Se oyen muchas tonterías sobre el fútbol, las últimas están relacionadas con la crisis. Leo que alguno no entiende a un país que se pone a pitar y a hacer follón en la calle cuando gana su equipo y no por la crisis, los desahucios, etc. Se trata de una consigna, claro, de un mensaje más de demagogia dirigida. Suelen partir siempre de los mismos extremos tales postulados filosóficos, y en quienes los leen producen el efecto contrario que buscan: la gente compadece a esa legión de tristes híper politizados que serían capaces de criticar la risa tras un orgasmo porque hay gente en la calle sin recursos. Tienen mucho de talibanes, en definitiva hacen de la tristeza el medio y el mensaje. Ya sabemos que en Iraq ametrallan a seguidores del Real Madrid (da igual el equipo) cuando celebran una victoria. Iguales de tristes y encima asesinos, aquí no hemos llegado a eso por fortuna. Sería como si en el Siglo de Oro, una centuria que el teatro llenaba los corrales de comedias de Londres con la inmensa facundia de Shakespeare, y en Madrid son las mil en horas veinticuatro de Lope, Calderón y la charpa, salieran los que criticaran a la gente que podía pasarse horas encadenando la visión de obras, porque la mitad de la población fuera pobre, estuviera encarcelada por hereje o en las guerras interminables. Los tristes no entienden nada, nada más que su tristeza, y se creen muy hábiles al enmascararla con la exposición de la tristeza de los demás. Para ellos posiblemente se inventó aquello de no confundir la velocidad con el tocino, el no tomar el rábano por las hojas y el que los árboles no les dejen ver el bosque. A los pobres también les gusta el fútbol como les gustaba el teatro, los viejos titiriteros son ahora futbolistas mejor pagados y tienen su misión. Los tristes deberían recordar la anécdota que contaba Antonio Gala de una gitana a la que un ginecólogo le aconsejó cierta operación; la mujer no entendía nada, pero algo la angustió y le contestó al médico: «Doctor, usté hágame lo que me tenga que hasé. Pero no me quite la vena der gusto, que es lo único que tenemos los probes». Más alegría, so tristes. H

* Profesor

@ADiazVillasenor