Peor que un gobierno en minoría es un gobierno en mayoría. Esta sentencia, que parece un contrasentido, dependiendo del contexto en el que se sitúe y la perspectiva desde la que se analice, resume en la voz de Javier Fernández el razonamiento fratricida que ha llevado al comité federal del PSOE a decidir, por una simple mayoría, la abstención en una posible segunda votación para la investidura de Mariano Rajoy.

En mi opinión, esa es la posición más lógica, obviamente desde una perspectiva socialista. Si fuésemos a unas terceras elecciones, se prevé la debacle del PSOE, aunque no creo que fuera algo irreversible. Podemos se marchitará como todas las flores de primavera. Es ley de vida. El diálogo y la moderación son una solución infinitamente más robusta que cualquier revolución a golpe de acero. Es cuestión de tiempo. En realidad, la mayoría de los ciudadanos quieren ese diálogo. La inmensa mayoría pensamos que es mejor un gobierno en minoría. Es posible que esta experiencia genere otra dinámica, una manera diferente de gobernar. Aunque parezca contradictorio, es posible que un gobierno precario junto a una oposición moderada igualmente en precario, permitan encontrar soluciones más robustas y estables para nuestros problemas.

Ya es historia: la avaricia de Pablo Iglesias y el exceso de principios de Rivera, impidieron un gobierno «de cambio» centrado en el PSOE tras las primeras elecciones. Fue una irresponsabilidad por parte del Partido Popular impedir el gobierno de aquella minoría mayoritaria conformada tras el acuerdo de PSOE y Ciudadanos. Entre los dos ya sumaban más representación que los populares. Hay que reconocer que los del PP acertaron, a la vista de los resultados de las segundas elecciones, aunque se olvidaran del interés de España aferrándose a la defensa de sus intereses de partido. Sabían que frente a la guerra de la izquierda solo era cuestión de esperar. Aunque yo siempre he pensado que aquel posible gobierno del cambio habría conducido más rápidamente a una posible nueva mayoría absoluta del Partido Popular.

Si Rajoy sale investido, su mayor problema no va a ser encontrar acuerdos pun-tuales a su izquierda, sino explicar esos acuerdos a muchos de sus votantes, sobre todo cuando se toquen algunos temas particularmente sensibles para los votantes naturales del PP. Es perfectamente probable que a los populares le crezca su propio Podemos. Es algo que está ocurriendo por toda Europa. Y sorprende que no haya ocurrido aún en España. ¿Dónde está esa ultraderecha invisible? ¿Hasta cuándo podrá la gaviota ocultar el monstruo que lleva dentro? Ojalá que acabe digiriéndolo. Pero...

Según los expertos en política parlamentaria, el diseño de nuestro sistema conduce al pactismo porque las mayorías absolutas son difíciles de conseguir. Aunque apenas nos acordemos, ya hemos tenido gobiernos nacionales en minoría: en la segunda legislatura de Zapatero, cuando éste fue elegido por mayoría simple en segunda vuelta, y en el primer gobierno de Aznar, en un pacto de investidura con Coalición Canaria, Partido Nacionalista Vasco y Convergencia y Unió.

Con el endurecimiento de los partidos nacionalistas, un pacto como el del Majestic es ahora improbable, aunque está por ver si será imposible. Los caminos del Diablo son inescrutables. Así, el acceso a la mayoría absoluta puede que sea ya una utopía. Tal vez los españoles estemos en realidad condenados al diálogo. A lo mejor estas condiciones extremas en las que nos hemos encerrado estén generando una masa moderada a ambos lados del centro. Irónicamente, un gobierno en minoría va a permitir que la voz de la mayoría, esa mayoría silenciosa, se haga oír en el Parlamento.

Todos los gobiernos prometen gobernar para la mayoría, incluso para todos los ciudadanos; el gobierno en minoría de Rajoy no va a tener más remedio. Ojalá y nos sal-ga bien esta larguísima jugada.

* Profesor de la UCO