Matizar cualquier cosa se está convirtiendo en un crimen por el que puedes ser capturado, juzgado, condenado y colgado (en las redes sociales) del tirón y sin pestañear. Y sin derecho alguno a la defensa. O se está a favor en 140 caracteres o se está en contra. Al que intenta profundizar y matizar con más líneas se le castiga por uno y otro lado, quizá por su osadía en estos tiempos de querer expresarse e invitar a pensar con más de un superficial tuit.

Digo esto por la candidatura de Medina Azahara a Patrimonio de la Humanidad, que se resolverá en cuestión de 9 o 10 días, y por las, para mí, acertadísimas palabras del consejero de Cultura de la Junta, Miguel Ángel Vazquez el pasado viernes en la propia Medina Azahara, en la entrega de premios del Concurso de Pintura Rápida de CÓRDOBA.

Más optimista, relajado y confiado no podía mostrarse el consejero, y todo su discurso transmitió esa sensación. No puede ser de otra forma cuando la Junta, con el Ministerio, el Ayuntamiento y la Diputación, ha abanderado una auténtica avalancha de apoyos a la candidatura, con su reflejo en la autoestima de los cordobeses. Pero (un ajustado pero), el consejero también pidió vivir estos días con «responsabilidad y prudencia»

Porque ese clima de segurísima victoria en Eurovisión con la canción de los de Operación Triunfo (¿Se acuerdan de Europe’s living a celebration y el posterior chasco?) ya lo vivimos intensamente en Córdoba el 28 de junio del 2011, cuando San Sebastián arrebató (literalmente) a Córdoba la Capitalidad Cultural Europea 2016 tras años de trabajo.

Días antes escribí en este mismo lugar del periódico una columna preguntando quién gestionaría la decepción (por no hablar de quién se haría responsable) en una ciudad donde, además, acababa de cambiar con las elecciones municipales el Gobierno local. Pues bien, por segunda vez me pregunto tal cosa, porque el varapalo emocional y psicológico que recibiría Córdoba, sin ser tan enorme, también puede ser tremendo si se rechaza la candidatura de Medina Azahara por la Unesco.

Las posibilidades de que esto pase son mínimas. España solo propone un candidato para reforzar la propuesta, el expediente es impecable, los apoyos son abrumadores, no es lógico que pueda rechazarse el expediente...

Pero puede pasar.

Así que, como es acertado el consejo del consejero (que por eso se llama así el cargo) de vivir estos días con prudencia y sensatez, además de con la lógica ilusión, ¿por qué no reclamar a unos días vista de la decisión de la Unesco que se blinde la candidatura de Medina Azahara con compromisos de inversiones? Quizá no tan ambiciosas como a las que ya ha prometido la Junta en caso de que resulte declarada Medina Azahara Patrimonio de la Humanidad, con previsiones de un incremento de un 30% de visitas solo en el primer año tras el nombramiento. Pero sí se pueden plantear compromisos para que, independientemente de la resolución de la Unesco, garanticemos un impulso para el yacimiento arqueológico, la investigación, la progresiva puesta en valor del sitio, el mantenimiento de lo recuperado y su difusión. El mundo es de los que, además de un plan A, tienen un plan B.