A los andaluces no les convence la Geología. De las tonterías y tópicos que se repiten en período electoral, las geológicas suelen ser las más antológicas: aquellas que hablan de cavernas y de cuevas (de ladrones). Está claro que los andaluces ya no creen que el PP sea la caverna y por eso le han dado el triunfo --aunque pírrico en un sistema como el nuestro sin la higiénica doble vuelta--, como igualmente queda claro que tampoco creen que el PSOE sea una cueva de ladrones generalizada, sino que la corrupción --aún extendida en muchos recovecos del poder-- avergüenza a los socialistas, como reconocía recientemente Araceli Carrillo, y que su extirpación clara y tajante supone un inaplazable reto. En cuanto al auténtico vencedor moral, IU, seguramente renunciará a rentabilizar su posición: en vez de creer definitivamente en sí misma y darse cuenta de que su crecimiento no es otra cosa que un tirón de orejas al PSOE, se dejará caer una vez más, a cambio de algunos sillones, en brazos de ese gran hermano apoltronado que siempre termina fagocitándolo sin apenas contrapartidas. No sabemos si Andalucía sigue siendo mayoritariamente de izquierdas, ya que no está claro hoy día que las siglas dejen traslucir lo que dicen, lo que sí está claro es que la derecha necesita una renovación en su cúpula para sustituir a un definitivamente amortizado Javier Arenas, a quien --hay que reconocerlo-- le han perjudicado más las decisiones de ajuste económico de sus correligionarios en Madrid que las descalificaciones geológicas de su rival.

*Profesor