LGénero y mercado de trabajo, lo de siempre

No quería empezar de nuevo con el tema de la formación de Gobierno, o más bien con el tema de la no formación. Así que voy a comentar un hecho que creo bastante preocupante y que ha saltado a la palestra tras una petición del Sr. Obama, presidente de EEUU.

Cuando el Sr. Obama ganó sus primeras elecciones, la primera medida que adoptó fue la denominada Ley Ledbetter, que toma su nombre de una mujer que estuvo cobrando durante 20 años menos que sus compañeros masculinos. Esta Ley incorporó la ilegalidad de discriminar en el salario cuando se realizan las mismas funciones. Pues bien, ocho años después Obama ha tenido que realizar un llamamiento a las empresas estadounidenses para que cumplan esta ley, y diversas multinacionales se han comprometido a revisar las remuneraciones para igualarlas. Lo peor de todo es que se está considerando un paso hacia delante. Ahora, en pleno siglo XXI se considera un progreso que en EEUU, la gran economía del mundo, las empresas vayan a plantearse seriamente pagar lo mismo a hombres y mujeres…

Existen diversos informes que analizan esta situación a nivel mundial a través de índices y estadísticas, entre los más conocidos están los publicados por el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), la OIT (Organización Internacional del Trabajo) o el World Economic Forum. Es cierto que cada uno de ellos incorpora algunos conceptos diferentes y también distintas formas de medir y agregar los datos, pero se pueden utilizar para tener un dibujo del panorama general.

En el primero se puede ver cómo en 2015 el 77% de los hombres a nivel mundial participaban en la población activa frente al 50% de las mujeres, cobrando éstas en media un 24% menos y teniendo más posibilidades de estar desempleadas. Algo similar contempla el segundo informe, donde se recoge un decremento del 2,8% en el porcentaje de participación de la mujer en el mercado de trabajo en los últimos 20 años, situándose mundialmente en el 49,6%. Obviamente, también se incluye nuestra mayor posibilidad de estar desempleadas, cobrar menos (23%) y emplear menos horas que los hombres en trabajos remunerados y más en trabajos sin remunerar (labores domésticas y de cuidado de hijos y abuelos); aunque en el cómputo global considerando jornadas laborales pagadas y no pagadas, trabajamos 73 minutos más al día en países en vías de desarrollo y 33 en países desarrollados que nuestras contrapartes masculinas. Respecto al tercer informe, se afirma que los países más igualitarios en cuestión de género son Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia, siendo Noruega la campeona en dar las mismas oportunidades económicas, es decir, laborales.

Todo esto, tiene importantes consecuencias para la economía. Está más que comprobado que una mayor y mejor incorporación de la mujer al mercado de trabajo conlleva crecimiento económico. De hecho, el Fondo de Población de las Naciones Unidas estima que la pérdida en términos de producción de África Sub-Sahariana por la desigualdad de género, tanto en salarios como incorporación de la mujer al mercado de trabajo, es de unos 60 mil millones de euros en 2012. Igualmente, el Financial Times ha publicado que si en Japón la tasa de participación de la mujer en el mercado de trabajo fuera igual que la del hombre, se generaría un 13% más de producción. Algo similar ocurriría en la Eurozona y Estados Unidos donde, según Goldman Sachs, se promoverían aumentos del PIB del 13% y 9%, respectivamente. También se debe considerar que en términos de paridad de poder adquisitivo, Islandia tiene una renta per cápita de unos 41.000 dólares para 2015, Noruega de 64.000, Finlandia de 39.000 y Suecia de 44.000.

España está en el puesto 25 en términos de desigualdad en general (principalmente porque quienes elaboran este informe no han visto la publicidad que se emite ni hablado con algunas mujeres, y sí hay mujeres más «machistas» que muchos hombres, si no estaríamos en el puesto 1.000 al menos) y en el 67 en términos de desigualdad laboral, con una renta per cápita de unos 32.000 dólares en 2015, pero eso da para otro artículo.

* Profesora de Economía. Universidad Loyola Andalucía