En relación con una carta publicada hace no mucho en esta sección ("Calles peatonales y no velódromos", 6 de abril) nos gustaría responder al indignado ciudadano al que solo faltó echar la culpa del paro de nuestra ciudad a los ciclistas.

Se afirmaba en la mencionada carta que la supresión de veladores de bares y restaurantes que determinó la Gerencia de Urbanismo en fechas recientes se debe a las reivindicaciones de grupos partidarios del uso de la bicicleta. A este respecto, pensamos que la retirada de mesas y asientos no es culpa de los usuarios de ese magnífico vehículo llamado bici. Las aceras son para los peatones, en muchos casos personas con sillas de ruedas o padres con cochecitos que tienen que pasar por algún lado y que demasiadas veces lo tienen difícil a causa de las numerosas terrazas cada vez más amplias. Puede que ahí esté la verdadera justificación de la medida municipal.

Por otra parte es evidente que no todo "el colectivo ciclista" invade las aceras. No se puede generalizar de esa forma. Muchos de los que montamos en bicicleta circulamos bien. También están los cafres que no respetan a los demás (como en cualquier sector de población), pero que algunas personas usen la bicicleta sin conocimiento no quiere decir que todas lo hagamos. Unase a lo dicho que es llamativo que el autor del texto subraye que "las bicicletas pueden matar" cuando la mayor parte de los accidentes son causados por vehículos motorizados y cuando el papel de los ciclistas en las desgracias viales suele ser el de víctimas.

Valga una frase del escritor británico H. G. Wells para ilustrar nuestra posición: "Cuando veo a un adulto en una bicicleta, no pierdo las esperanzas en el futuro de la raza humana". Un futuro respetuoso con el medio ambiente y sostenible. Un futuro con más pedales y menos humos. Un futuro en el que, por supuesto, nadie confunda las calles peatonales con velódromos. Y tampoco una acera con la prolongación de un bar.

Alumnos de 1º de Bachillertato del

IES Galileo Galilei, Jorge Alvarez de

Sotomayor Merino y Raúl Avila Gómez

Córdoba