Sin pregón ni cartel con caimán ondulante. Es la nueva Velá de la Fuensanta, organizada por el Ayuntamiento y la Agrupación de Hermandades y Cofradías, que se ocupará de los crecientes actos religiosos. La barra es cosa sagrada en la verbena, empezando por las novelas de Marsé. Desde este año, como novedad, la explotará una hermandad, la del Cristo de Gracia, que recogerá la recaudación piadosamente. El encendido oficial del alumbrado, por muy vistoso que sea, no tiene la viveza natural del pregón, pero ya en 2011 quedó de manifiesto que el nuevo Ayuntamiento tenía un nuevo modelo, que acabó con aquellas cargas policiales tan poco festivas. Según el alcalde, José Antonio Nieto, con los vecinos hay "un clima de entendimiento absoluto". Tan absoluto será que han acabado fuera, con Enrique A. Rodríguez Contreras, presidente del Consejo de Distrito Sureste, denunciando "el ninguneo constante" y "los continuos retrasos" del área de Fiestas para reunirse con ellos, "lo que provocó que a 30 de junio no hubiera nada cerrado". Aburridos, se fueron. Hombre, mucho entendimiento no parece que haya. Respecto al cambio de enfoque, la Velá fue presentada por Amelia Caracuel, concejala de Fiestas y Tradiciones Populares, y Francisco Gómez Sanmiguel, presidente de la Agrupación de Cofradías, sin ninguna presencia vecinal. La gracia de la Velá es la convivencia equilibrada del barrio y su carisma con el elemento religioso. Es un error el empeño en recalificar lo que ya tenía nombre de jarana civil, y que en lugar de unirlos, se consiga enfrentar a los vecinos. Pero la Fuensanta sobrevivirá.

* Escritor