Allá por el año 1998, todo el mundo coreaba esta canción en bodas, bautizos y comuniones, era la canción que indicaba que la conga debía comenzar o que debías dejar la barra libre si no distinguías entre izquierda y derecha.

Tras el pasado fin de semana congresual, creo que ha quedado claro que los militantes de base y sobre todo los cargos públicos de PP y Podemos deben seguir al líder. Íñigo Errejón, que tras varios rifirrafes públicos expuestos en redes sociales y en el Parlamento, decidió plantar cara a la hegemonía de su líder, parece que tiene que pagar su peaje por plantarle cara a Pablo Iglesias: su puesto de portavoz parlamentario está en la «cuerda floja» tras haber perdido por el 88% su candidatura al Consejo Ciudadano. Así, Íñigo se deberá adaptar al «paso izquierdo y otro paso izquierdo».

Parece que al líder Iglesias no le hace mucha gracia la institucionalización de su partido, él y su partido son más de calle y es que fue en la calle y en las plazas donde encontraron su caldo de cultivo, su origen para llegar a ser la tercera fuerza política de este país. Aún así, debe seguir una estrategia comunicativa para seguir siendo visible y no quedarse sin ser la voz que pretenden ser en el Parlamento, la de la oposición. Contra esto ya tuvo que lidiar en Italia el Movimento Cinque Stelle, condenado al espectáculo de la calle pero sin fuerza dentro del Parlamento y con una democracia interna contraria a las proclamas del líder Beppe Grillo.

Por su parte, el PP ha celebrado su Congreso en un remanso de paz, el que se vive cuando se gobierna y se ganan las elecciones (dos para ser exactos en menos de cinco meses y ampliando la mayoría parlamentaria). Parece que los que una vez fueron críticos con Rajoy, como Esperanza Aguirre, han sido desactivados dentro de la organización interna del PP que intenta como puede limpiarse toda la corrupción que ha habido y de la que ellos sorprendentemente han salido limpios en lo que a votos se refiere. Y no importa que su baile sea «un paso derecho, otro paso derecho» mientras cuenten con los votos en las urnas.

Y es que en política, y más aún, si hablamos de democracia interna dentro de los partidos, los resultados electorales es un gran aval (Pdr, un saludo) y si estás en el lado contrario del gran líder estás condenado a ir desapareciendo poco a poco y es que como dice Daddy Yankee «sígueme y te sigo» para que en el baile de los sillones haya uno reservado para ti.

* Politóloga