El otro día descubrí un pequeño vídeo en internet basado en la física cuántica que me dejó perpleja --a los humanistas ignorantes de la ciencia nos pasa eso--. Cientos de bolitas de colores se colocan juntas en una estructura transparente y se dejan caer a través de celdillas que se van entrelazando y cuando termina el recorrido y las bolitas llegan a su destino, inexplicablemente --para mí, que de física cuántica no se ni de refilón-- están perfectamente agrupadas por colores. La explicación que leí, por simple, me dejó aún más perpleja: la clave está en la resonancia de los cristales de cuarzo. Cada color tiene una resonancia distinta, así que al recorrer el camino van uniéndose por una cuestión de vibraciones.

Las bolitas enseguida me hicieron pensar que tal vez las personas somos como ellas y por eso cuando vamos llegando, no al final de camino, pero sí a una cierta distancia de la casilla de salida, vamos descubriendo que quienes te rodean, con quienes compartes tu tiempo y te sientes a gusto (¿por qué no llegaron antes a tu vida? ¡Obviamente porque estaban aún rodando!) son esas personas que ahora están a tu lado y que han llegado a tu vida incluso de manera sorprendente porque, como las bolitas de colores, las personas nos vamos agrupando por vibraciones a lo largo del camino.

No sé si a ustedes les ha pasado, pero ocurre que personas con las que nunca imaginaron ni tomar un café, de pronto lo hacen y descubren que hablan exactamente el mismo idioma; o que a través de un nuevo proyecto profesional o vital encuentran que quienes están de lleno en él son precisamente personas con las mismas inquietudes y expectativas; puede ocurrir incluso que encuentren que quien casualmente «rodó» a su lado, es el mejor aliado para ese soñado proyecto solidario, o incluso la persona que les enamora sin tener que explicarle ya nada, porque lo que buscaban era precisamente encontrarse.

Hoy celebro 10 años de una nueva etapa en una larga andadura profesional y descubro colores muy similares en las bolitas que están a mi lado en este apasionante recorrido de la vida. Las personas que deseaba encontrar y que soñaba fueran positivas, generosas, que me aportaran y no me restaran, con ilusiones cada mañana, tolerantes, con criterio por muy distinto que fuera al mío y sobre todo y por encima de todo, divertidas... ¡Zas! ahí están. Así que me pregunto... ¿Y si fuera física cuántica?

* Abogada