Un dicho popular decía que tres jueves hay en el año que lucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. La frase ha perdido actualidad porque tanto la fiesta del Corpus como la de la Ascensión han sido trasladadas al domingo. Todavía en algunos sitios se conserva la tradición de hacer la procesión del Corpus el mismo jueves, no el domingo. Así ocurre por ejemplo en Toledo y en Granada

La fiesta surgió en la Edad Media, cuando en 1208 la religiosa Juliana de Cornillon promueve la idea de celebrar una festividad en honor al Cuerpo y la Sangre de Cristo presente en la Eucaristía, que tuviera un tono festivo, lo cual en el marco de la Semana Santa no era posible. Así, se celebró por primera vez en 1246 en la diócesis de Lieja (Bélgica).

La institución de la fiesta del Corpus tuvo un origen dogmático. Se pretendió hacer la afirmación de que la presencia real del cuerpo de Jesús en el pan consagrado no estaba temporalmente limitada a la celebración de la misa. Frente a esta posición teológica de los que sostenían esta limitación temporal, se quiso afirmar que la presencia se mantiene no solamente durante la celebración de la Eucaristía estrictamente dicha, sino también después de ella. El pan consagrado durante la misa es el cuerpo real de Jesús, durante y después de la misa. En los últimos siglos de la Edad Media, durante los siglos XIV, XV y XVI aparecieron en Europa tendencias teológicas, movimientos religiosos que vinculaban la presencia de Jesús en la Eucaristía a la estricta celebración de la Cena del Señor. No fuera de ella. La fiesta del Corpus es la afirmación teológica de que Jesús está presente de forma continua en el pan consagrado también después de la terminación de la misa. La promoción de la fiesta del Corpus adquiere gran fuerza social precisamente durante las disputas teológicas con los Reformadores Protestantes, a lo largo del XVI. Es el momento de mayor auge social de la festividad católica.

La celebración del Corpus incluye una procesión en la que el mismo Cuerpo de Cristo se exhibe en una custodia a lo largo de las calles y plazas de la ciudad, Con frecuencia el suelo se cubre con pétalos de flores en honor del pan consagrado que se lleva en la custodia.

Después de esta explicación histórica, litúrgica y dogmática sobre la fiesta del Corpus, yo me pregunto, y para un cordobés creyente de hoy, ¿qué es el Corpus? Cada uno tendrá que responder a esta pregunta a su manera. Yo respondo a la mía. Sacamos al Señor de la Catedral y lo paseamos por la calle. Lo situamos en un lugar público, donde supuestamente lo espera todo el pueblo de Córdoba. Todo esto me hace recordar esas páginas del evangelio donde se dice que cuando Jesús llegaba a un pueblo la gente se agolpaba para escucharle, que se decían unos a otros que este hombre por sus palabras y por sus hechos no se parecía en nada a otros predicadores religiosos a los que estaban acostumbrados. Me pregunto a mí mismo, si el Jesús que creemos que está efectivamente presente en el altar levantado en la calle tomara en este momento figura y voz, ¿qué es lo que diría a los cordobeses? No lo sé. Pero me inclino mucho a pensar que sería algo que a todos nos desconcertaría y nos dejaría pensativos.

El Jesús que por donde quiera que pasaba iba curando enfermos, dando vista a los ciegos, dejando limpia la piel de los leprosos, qué tendría que decir en la Córdoba de hoy.

Sus ojos estarían dirigidos a los inmigrantes que han llegado después de un peligroso viaje por mar en las pateras, y que están recluidos en centros de inclusión, en peligro de ser repatriados a sus países de origen. Se dirigirán a las familias que son desalojadas de sus viviendas por no poder pagar el alquiler al banco propietario de la misma. A todos los jóvenes en busca de su primer empleo, quienes al no encontrarlo tienen que desplazarse al extranjero. A las numerosas familias de Córdoba en las que todos los miembros de la misma están en paro. Así podría prologar la lista de cordobeses sufren. Sus ojos estarían dirigidos a ellos, y procuraría resolver sus problemas como lo hacía con los enfermos y tullidos cuando se movía por los pueblos y aldeas de Galilea.

Por todo ello sugiero que cuando veamos pasar la procesión del Corpus, durante la cual Jesús fuera del recinto limitado de las Iglesias y en contacto cercano con la gente de la calle hagamos una oración pidiéndole ayuda para toda esta gente pobre y desfavorecida.

* Profesor jesuita