El día 8 se celebra la festividad de Santo Domingo de Guzmán, el fundador de la Orden de Predicadores, los dominicos, fundación ocurrida en 1216.

A lo largo de este año han ido apareciendo noticias de las distintas actividades y celebraciones que se están llevando a cabo con motivo de los 800 años de la fundación de la Orden de Predicadores, y seguro que en próximas fechas habrá más actos que sigan conmemorando este aniversario.

Pero, ahora, vamos a fijarnos en la figura de Domingo de Guzmán. Una persona --o personaje, ya que ha entrado a formar parte de los insignes en la Historia de la Humanidad-- con unos rasgos que lo diferencian del resto de personas, y que sirvió y, actualmente, sigue sirviendo de ejemplo para todos nosotros. Y un ejemplo, no por lo que dejó escrito, ya que no se conocen escritos suyos, sino por su forma de ser, de actuar, para con Dios y para con los demás, sobre todo, los más necesitados tanto espiritual como materialmente.

Se dice que su rostro, su semblante, transmitía la serena placidez de aquel que mantenía un equilibrio interior por su continua relación/conversación con Dios, a no ser que se conmoviera por la compasión y la misericordia hacia los más desfavorecidos de la sociedad.

Es ya conocida la historia de cuando era estudiante y vendió sus libros --que para un estudiante de su época eran más que imprescindibles para sus estudios-- para con lo obtenido dar de comer a los pobres que se encontraba, ya que «¿cómo podré yo seguir estudiando en pieles muertas (pergaminos), cuando hermanos míos en carne viva se mueren de hambre?».

También se cuenta que dondequiera y conquienquiera que se encontrara «afluían siempre a sus labios conversaciones constructivas» y abundaba en ejemplos con los que inclinaba el ánimo de los oyentes al amor de Cristo y al desprecio de los bienes de este mundo.

De palabra y de obra se mostraba un hombre evangélico que mediante la oración hablaba a Dios de los hombres, mediante la predicación hablaba a los hombres de Dios, y mediante la caridad hacia los más necesitados hacía realidad en su tiempo lo que Jesús vino a enseñar.

Un ejemplo para todos nosotros, para los que formamos la Familia Dominicana (frailes, monjas contemplativas, hermanas de vida activa, y laicos) y para todos los hombres y mujeres que queremos avanzar y hacer avanzar nuestra sociedad con el ánimo de descubrir la verdad a través del amor, que se transforma en cuidado atento del otro para formar una comunión; una verdad que --como dice el actual Prior de la Provincia de Hispania, Fr. Jesús Díaz Sariego O.P.-- al fin y al cabo se concentra en una persona: Cristo Jesús, que nos manda saber mirar, saber reconocer, saber discernir, saber avanzar.

Al igual que lo fue en su época y lo ha seguido siendo a lo largo de 800 años, tengamos siempre vivo el ejemplo de vida de Santo Domingo de Guzmán, ya que no basta con «ser bueno con los demás», sino --y sobre todo-- «ser útil para los demás». H

* Miembro de la Fraternidad laical de Santo Domingo de Scala Coeli y P. Posadas, de Córdoba