El art. 14 de nuestra Constitución reconoce que todos los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Sin embargo, la defensa particular y política de esa igualdad no es la misma según se trate de circunstancia personal relacionada con el sexo o relacionada con credo religioso, concretamente cristiano. Hay veces que el apoyo a las distintas posturas que se pueden tener en la vida no es la adecuada y no favorece la defensa de la idea que se pretende. El autobús de la organización Hazteoír no contempla otra realidad perfectamente defendible, como es la de los transexuales, pero una cosa es que erre en lo que quiere defender y otra cosa muy distinta es que se diga que incita a la violencia y al odio. La sexualidad es algo íntimo de la persona que ni se tiene que publicitar ni se tiene que exhibir, y no es necesario que salga ningún autobús ni ningún loby sexual que diga cómo deben educar las madres y padres a sus hijos. Contrasta el mucho ruido mediático con el tema del autobús y la poca consideración y defensa política y pública ante la auténtica falta de respeto a la condición religiosa cristiana en la gala de drag queen de Canarias, al que premian.

Tan personal e íntimo es la condición sexual como la religiosa, y de la misma protección y defensa deben gozar. Parece que lo moderno y progre es defender siempre lo relacionado con la sexualidad, sobre todo si no es heterosexual, como si tal condición estuviera pasada de moda, no lo entiendo. Y lo carca es ser religioso, como si uno libremente no pudiera elegir esa identidad o razón de vida. Y no sólo se trata de defender con igualdad al cristiano del que no lo es, sino también del que profesa otra religión distinta. Llama poderosamente la atención que en medios de comunicación se informe de cuando empieza, en qué consiste y termina el ramadán, y sin embargo no se hable de la cuaresma salvo para citar la receta de las torrijas, increíble. Con la misma normalidad y naturalidad que se habla de un tema se ha de hablar de otro, simplemente pido eso. No me gustan los excesos en ninguna condición o circunstancia de la persona, ni que se impongan criterios públicos sin considerar la libertad individual de la persona y de su familia. Lo realmente progre y moderno es vivir pacíficamente cada uno con su propia condición e identidad, ya sea sexual o religiosa, sin interferir en la del otro, respetándola. Esa es la verdadera igualdad y libertad

* Abogada