Francisco Tomás y Valiente, un estudiante de 19 años que lleva el mismo nombre que su abuelo, el prestigioso jurista asesinado por ETA, ha sido esta semana un soplo de aire fresco y un motivo para la reflexión de la sociedad cuando, al recoger el Premio Extraordinario de Bachillerato, hizo una defensa de la «equidad» en la educación, que a su juicio debe estar por encima de «la excelencia».