El euro está en el mejor momento de los últimos dos años y medio y vuelve a tener un valor situado en torno a 1,20 dólares. Sin duda una buena noticia después de que la recuperación de la economía estadounidense hubiera ido debilitando a la moneda única europea. Al margen de factores como la crisis por las provocaciones militares de Corea del Norte y la posible respuesta de EEUU, el retroceso del dólar frente al euro se explica fundamentalmente por el optimismo económico que, en general, se respira en la zona euro, donde el crecimiento sostenido es una constante. Y como siempre que una moneda se robustece, hay que subrayar los pros y los contras de esa oscilación al alza: las importaciones les saldrán más baratas a los países que tienen el euro como divisa, pero las exportaciones desde esos mismos países se verán perjudicadas. Esta segunda situación es la que afectará a algunos sectores de la economía española, como el de la automoción, que vende fuera de la zona euro más del 20% de su producción. En el gran mercado global que es hoy el mundo, hay que contar con esos imponderables, que en ningún caso pueden llevar a poner en duda las enormes ventajas -y algún inconveniente- que ha supuesto para España la pertenencia a la moneda común. Lo que sí sigue faltando es que el fortalecimiento de la macroeconomía que revela el alza del euro se traduzca en una mejora de la economía real de los ciudadanos.