No es habitual que en un año se concentren elecciones municipales, regionales y nacionales. En España, los calendarios electorales son imprevisibles. Tras las últimas reformas de los estatutos de las comunidades autónomas, que dan competencias a los gobiernos regionales a disolver sus parlamentos, sólo el calendario de las elecciones municipales tiene fecha fija (mes de mayo cada cuatro años). Lo de este año 2015 es una excepción. Ya hay convocadas tres elecciones (andaluzas, municipales y catalanas), y puede que incluso se celebren las elecciones generales si el presidente Rajoy no decide aplazarlas a comienzos del año próximo.

Dicho esto, cabe preguntarse si sería bueno que algunas de estas citas electorales coincidan en la misma fecha. Esgrimir el argumento de que con ello se ahorrarían gastos de campaña parece razonable, pero no es realista, ya que los calendarios se ponen en función de estrategias partidistas. Por ejemplo, la decisión de convocar las elecciones andaluzas el 22 de marzo, renunciando a que coincidan con las municipales, parece responder al hecho de que el PSOE considera que así le benefician más. Poniendo esa fecha tan temprana impide que IU pueda recuperarse del shock de la ruptura del cogobierno, y dificulta que Podemos pueda crear una estructura sólida en todo el amplio territorio de Andalucía. También evita que el PP pueda movilizarse en torno a un candidato (Moreno Bonilla) que no demuestra todavía el liderazgo necesario para ganar las elecciones andaluzas.

En clave interna del PSOE, separándolas de las municipales, Susana Díaz tiene la posibilidad de atribuirse un triunfo sin tener que compartirlo con nadie de su partido, y así presentar sus credenciales para disputarle las primarias a Pedro Sánchez. Obviamente, es una jugada de alto riesgo pues, si no obtiene una mayoría holgada (superior en diputados a los que tiene ahora), se verá en dificultades para formar gobierno en Andalucía (tras la ruptura del cogobierno y el deterioro de las relaciones con IU); además, en ese caso, le sería difícil a Susana Díaz presentarse como alternativa a liderar el PSOE a nivel nacional.

Estos son los cálculos estratégicos que suelen hacer los partidos políticos a la hora de decidir la fecha de unas elecciones. Por eso, las fechas elegidas son buenas o malas en función de esos cálculos, aunque se revistan de otros argumentos, como los intereses de los ciudadanos o cosas así, que cada vez son menos creíbles.

* Sociólogo del IESA-CSIC