Marín ha muerto. Me cogía por sorpresa un wasap de mi madre, mi twitter particular. Una lágrima recorría mi rostro. Nos dejaba uno de los grandes europeístas, artífice de la entrada de España en la CEE. La UE perdía a uno de sus más leales prescriptores-constructores, y nuestro país, un político de primera que cambió el rumbo del devenir español. Negociador nato, posibilitó que en 1986 España formara parte de la liga UE y empezara a jugar en primera división. Como vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Educación fue impulsor del sistema de becas y movilidad de estudiantes Erasmus, al que tantos españoles le debemos estar agradecidos, y también las relaciones con Latinoamérica y el Caribe, y el Mediterráneo. Gracias a él, la CE creó en 1991 una Oficina de Ayuda Humanitaria de coordinación de la asistencia de los organismos comunitarios, y durante su mandato tuvieron lugar la firma del IV Convenio de Lomé, de cooperación entre la CE y los países ACP, el acuerdo de pesca con Marruecos y la reforma de la Política Pesquera Común. Increíbles logros comunitarios que ponen de manifiesto algo tan importante de recordar en este momento histórico en el que el proceso de construcción europea está tan puesto en entredicho, pero relevante sin duda, por lo vapuleada que está la imagen de marca España, la clase política en general, y la española en particular. ¿Cómo no dedicar una breve oda a un hombre de la talla de Marín? Solo si mantenemos viva la memoria histórica podremos seguir creciendo. Gracias, Marín, por marcarnos el camino.

* Periodista y profesora de universidad