Hace casi una década que venimos pidiendo la estación y parada del tren en Los Pedroches. Pese a ser una iniciativa colectiva y haber sido suscrita por personas, autoridades, organismos e instituciones --eso sí, con alternativo énfasis según pertenencia al gobierno o a la oposición-- no se ha consumado el proyecto. Y mucho tememos que la inacción de las fuerzas políticas --que ayer prometían, garantizaban y exigían justicia para la comarca y diligencia en el hacer ajeno-- y los mensajes encriptados que propagan los turiferarios del poder, sean denotativos de una voluntad negativa e inconveniente de expresar en público. Ello nos indigna y nos hace reivindicar con más fuerza la parada del tren en Los Pedroches como una acción de gobierno y de justicia social, territorial y ambiental.

La razón primera de ello es el subdesarrollo que padecen Los Pedroches, que lleva camino de sepultar pueblos, gentes e historia. La comarca gozó de prosperidad gracias, precisamente, al ferrocarril construido en 1907, que favoreció su inserción en el mercado nacional y permitió la exportación de ganados y minerales hacia los centros de consumo. Pero luego, en el último cuarto del siglo XX, tras padecer la sangría de la emigración, la comarca fue sumiéndose en la marginalidad a medida que se afianzaba el modelo desarrollista urbano-industrial de los años sesenta, y definitivamente quedó prostrada en el aislamiento geográfico y en la incomunicación cuando en 1970 se desmanteló la savia vivificadora de su viejo ferrocarril. Los Pedroches quedaron confinados en uno de los rincones inertes de la geografía española: el espacio en que convergen Castilla, Andalucía y Extremadura, en la periferia de las periferias.

Pero la sociedad y Los Pedroches --más de la cuarta parte de la superficie de la provincia de Córdoba-- no pueden continuar en esta situación, y hay que coadyuvar a la búsqueda de soluciones, pues además de la injusticia que conlleva, su existencia es la plasmación de unos desequilibrios territoriales inadmisibles, que al tiempo que humillan a quienes los padecen comprometen, incluso, el bienestar de quienes lo disfrutan.

Parece que no hay más alternativa para la comarca que el desarrollo rural inspirado en los supuestos y modelos que emanan de las directrices y orientaciones europeas, las cuales estiman que son requisitos imprescindibles la dotación de infraestructuras y la financiación pública. Y en el mismo sentido se pronunciaron en su día el Plan de Infraestructuras para el Transporte y el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía, apostando por la igualdad entre los ciudadanos y el fin de los desequilibrios, confiriéndole gran importancia a las infraestructuras de transporte, significadamente al ferrocarril.

De todo ello somos conscientes y de ello inferimos la importancia que tiene la parada del tren para el desarrollo y el futuro de la comarca. Y por todo ello la exigimos, pues no podemos consentir que el tren pase por nuestra tierra como un oleoducto por el desierto, sin impregnarla. Antes al contrario, aspiramos a recibir sus beneficios y a salir del aislamiento, pues sabemos que en una comarca incomunicada el territorio es mero lugar de yacimiento de recursos al servicio y provecho de intereses ajenos, mientras que en una comarca comunicada el territorio es patrimonio, recurso en sí mismo y soporte de su propio desarrollo.

Llegados a este punto se nos hace difícil a las gentes de Los Pedroches comprender, y seguramente a quienes tienen capacidad de influencia, gestión y decisión explicar, por qué no para todavía el tren en Los Pedroches. En algunos foros se insinúan razones económicas y se propaga intencionadamente ese mensaje entre una población cada vez más sensible a los recortes. Incluso Fomento y Renfe condicionan la apertura de la estación a los resultados favorables de estudios de demanda y viabilidad. Pero la verdad es que éstos no son necesarios, pues de antemano sabemos que la estación de Villanueva de Córdoba será deficitaria y no rentable en términos económicos. Ni que decir tiene que esta argumentación por sí no sólo no nos basta, sino que nos ofende, pues convierte a nuestra comarca en un espacio mercancía e ignora que con nuestra exigencia estamos invocando criterios de gobernanza, de justeza en las decisiones, de solidaridad en las actuaciones, y que estamos apelando a una rentabilidad de rango superior en términos sociales, ambientales y territoriales en beneficio propio y ajeno. Nuestra reivindicación es sólida, fundamentada y firme.

Pese a que la parada del tren es necesaria, oportuna y posible, todavía hay quien balbucea de pensamiento, palabra y acción sobre el particular. Y en los mentideros, en algunos de los cuales de modo tan inadecuado como insolidario se ha calificado nuestra reivindicación como fantasmada, también se ha considerado inadecuada la parada del AVE en Los Pedroches por entender que perjudica a los viajeros de largo recorrido, que sufrirían un incremento en el tiempo de viaje. No es cierto, y la apreciación ni merece comentario, máxime si tenemos en cuenta que por el ferrocarril AVE circulan diariamente unos 120 trenes, de los cuales sólo aspiramos a que se detengan los imprescindibles para el servicio de la comarca. E igualmente se alega por los detractores la escasa funcionalidad de la parada del tren en una estación situada a nueve kilómetros del núcleo de población más cercano. Estos y el público en general deben saber que tal ubicación no es un sinsentido, sino que obedece a poderosas razones técnicas y que la distancia no debe entenderse como rémora para la puesta en servicio de la estación (recuérdese, por ejemplo, que la estación de Santa Ana dista una quincena de kilómetros de Antequera).

Convencidos de que la parada del tren en Los Pedroches es necesaria, ineludible y justa, apelamos a los poderes públicos a la puesta en funcionamiento de su estación. Les pedimos que integren nuestro territorio en sus acciones de gobierno en pos del bien común y de la supervivencia de la comarca. Y si fuese preciso, también rogaríamos a nuestros políticos que mantengan en sus acciones la generosidad y coherencia que nos han ofrecido cuantas veces han venido --y vendrán-- a pedirnos.

¡Los Pedroches no pueden esperar más tiempo!

* Catedrático de Geografía. UCO