Estos días donde apenas hemos hablado de los pueblos del Guadalquivir sino de los municipios del Llobregat hemos visto con enorme preocupación lo que supone la inestabilidad política, jurídica y social para una comunidad. Poner al frente de la gobernabilidad de un pueblo a irresponsables conlleva la deriva más esperpéntica. Políticos enfrentados, ciudadanos enfrentados, polícias enfrentados, empresas buscando seguridad y gente preguntándose qué va a pasar. Las pantomimas y teatros fuera del parlamento obviando a la cámara de representares legítima y democrática que juraron defender el Estatuto y la Constitución han puesto de manifiesto quienes no creen en la democracia. En Andalucía algunos se han retratado de palabra, obra y omisión.

La estabilidad democrática que disfrutamos desde 1977, reforzada por la Constitución de 1978, y alcanzada, plenamente, con las elecciones municipales de 1979 han permitido una participación histórica de la sociedad en la gestión de sus intereses. La estabilidad política de los municipios evidencian sus grandes logros. En la Vega del Guadalquivir esa estabilidad ha supuesto para unos municipios proyectos programáticos y liderazgos con una personalidad determinante en el desarrollo económico y político del pueblo. Así, Almódovar, Posadas, Hornachuelos y Fuente Palmera han tenido regidores y formaciones políticas de todos los partidos, incluso independientes, mientras Palma del Río ha contado con gobiernos estables del PSOE.

La capacidad de integrar a los grupos de la oposición se evidencia en su plena participación en la gestión municipal. La elaboración de la ordenanzas fiscales, los presupuestos generales, los planes de desarrollo económico, la gestión de los fondos Feder o la elaboración de planes y documentos estratégicos para el futuro del sector citrícola o los proyectos Edusi. Evitemos líderes mesiánicos destinados a salvar al pueblo.

* Historiador y periodista