El rechazo del Pleno del Ayuntamiento de Córdoba a las ordenanzas fiscales para el 2018 propiciado por la decisión de Ganemos de sumar sus votos a los del PP, Ciudadanos y UCOR, en la oposición, puede tener la doble lectura de un simple y aislado desencuentro que quepa en la excepción de toda regla, o lo que sería bastante peor, que venga a significar el anuncio de un nuevo tiempo de inestabilidad en el gobierno municipal. Ganemos es el tercer pilar que sostiene al cogobierno de PSOE e IU y su decisión contraria a las nuevas ordenanzas perfila un horizonte de dificultades para la venidera negociación de los presupuestos municipales del próximo año. En este clima de incertidumbre por el inesperado giro de Ganemos, la alcaldesa Isabel Ambrosio ha lanzado el reto a estos y a la oposición de presentar una moción de censura conjunta contra ella. El PP le ha dado la vuelta al desafío y le ha sugerido que se someta a una cuestión de confianza, al tiempo que Ganemos le ha recordado que el pacto de investidura firmado no es un cheque en blanco. Esta disconformidad es una muestra más de los vaivenes que la agrupación de electores ha evidenciado durante el actual mandato municipal, ejemplificados en sus continuos debates sobre las acciones municipales, incluido algún que otro intento de entrar/no entrar en el gobierno. Hasta mayo del 2019 no tocan elecciones locales y no parece asumible que los grupos políticos se lancen tan temprano a la carrera electoral cuando la ciudad exige de sus representantes toda la atención a los proyectos urbanísticos y de infraestructuras necesitados de un impulso para su realización. No es el momento más adecuado de bloquear la acción municipal y sí una buena ocasión para pensar en los intereses de la ciudad y no en los propios.