¿Sería posible una consulta popular, un referéndum, en la que se votase si matar a todos los rubios de ojos azules? En Suiza, hasta hace muy poco, sí. Esta anécdota la contó Daniel Ordás, un abogado hispano-suizo, en la conferencia que dio en la Facultad de Derecho sobre la posible adaptación del sistema suizo de "democracia directa" a España.

La propuesta de Ordás es tan sencilla como revolucionaria, tan factible como utópica. En primer lugar, agárrense a sus asientos, el abogado expone que los políticos no deben ser "profesionales" sino "milicianos". Con esto quiere decir que no deben vivir únicamente de la política, sino que deben compaginar su actividad parlamentaria o municipal (cobrando, naturalmente, por las horas que le dediquen pero sólo por ellas) con su actividad profesional, ya sean ginecólogos o taxistas. De esta manera, los políticos sabrían cuánto cuesta un café porque estarían en contacto con la realidad diaria y cotidiana de cualquier ciudadano.

Junto al "político miliciano", otra de las propuestas de importación suiza sería --ahora se desmayarán los políticos españoles que estén leyendo este artículo-- la de listas abiertas, es decir, que sean los ciudadanos los que elijan a sus candidatos dentro de una lista en las elecciones, quitándole a la jerarquía de los partidos el poder de favorecer a los más pelotas y sumisos de entre ellos. Además, un votante del PP, por ejemplo, podría también elegir entre sus candidatos a alguno del PSOE, UPyD o IU, ya sea porque cree que aunque de otra ideología es alguien honesto, o bien porque trata de influir en la elección de un político de la oposición.

Por último, pero no menos importante, Ordás considera que la democracia representativa ha de hacerse más directa, es decir, que los propios ciudadanos tengan la facultad de proponer y votar leyes concretas. Un botón: mientras que en España la subida del IVA la ha decidido el gobierno de Rajoy, sin tener más en cuenta que sus propios diputados, en Suiza dicha subida también se ha producido pero tras un referéndum en el que los mismos ciudadanos se han podido expresar tras un debate profundo.

Deberíamos conseguir, con esta "democracia de mercado", que cada ciudadano fuese como un consumidor en un centro comercial, capaz de llenar su cesta electoral con los productos que él quisiera y no con los que le impone una casta política. De 200 leyes anuales realizadas en Suiza, 20 provienen de referéndum. En España, cero patatero. Y, por cierto, hace poco en Suiza se establecieron límites materiales a lo que se puede votar, por lo que, tranquilos, ya nadie podrá proponer que le corten el cuello a los rubios de ojos azules.

Estas cuestiones, más detalladas, las defiende Daniel Ordás en su libro"España se merece... democracia directa , que debería ser de obligada lectura desde Rajoy hasta los alumnos de Educación para la Ciudadanía (antes de que se la cargue el ministro de Educación). Son sólo 12 euros de inversión democrática.

* Profesor de Filosofía