Copyright de tan curioso adjetivo: un joven y ya ilustre profesor de Literatura de la misma facultad de la que el cronista es a la fecha catedrático jubilado y en otro tiempo atencionado decano de sus docentes en el primer estadio de una trayectoria que, como la del referido, se presentaba ya en sus inicios con los signos más esperanzadores, materializados hodierno, en un gran número de casos, en gozosa realidad (en el caso indicado nada menos que en una parcela no por trascendente para la profundización en nuestra cultura como lo es el conocimiento de la italiana, menos cultivada de lo que fuese deseable e incluso exigible, pese al asombro que ello puede provocar en los tiempos de los Erasmus y de la internacionalización de los estudios superiores...)

En verdad, la profusión de las reuniones de trabajo en el mapa laboral de la España del tiempo presente se ofrece, a las veces, como una verdadera plaga bíblica, hasta el extremo de haber emergido en el solar ibérico toda una cultura de la reunión. Simple pretexto en multitud de ocasiones para, con ayuda de los miembros del secretariado de las grandes empresas e instituciones, desembarazarse de llamadas molestas o imprevistas, la invocación al "estar reunido (s)" es hoy una conjura en orden no sólo a impedir a presencia o pesquisa ajenas, sino igualmente también para acogerse al seguro de la rutina y la ociosidad. Pues, contra lo que a primera vista pudiera creerse, no es el frenesí por la democracia participativa que atraviesa la actividad del ciudadano español contemporáneo la espuela determinante de dicha ansia reunitiva . Prueba inapelable de lo indicado es el incontrovertible hecho de que nunca fueron, en territorio español, más poderosos y excluyentes los núcleos que, desde las tentaculares corporaciones bancarias hasta las corporaciones académicas de más rancia estirpe, usufructúan los centros de decisión, con calculada y persistente marginación de cualquier otra instancia o fuerza, en especial, de las contestatarias a su control.

Hecha abstracción de la hipótesis indicada (--tan noble y halagüeña, sin duda--) como clave interpretativa del fenómeno que ahora nos ocupa, cabría imaginar que es la búsqueda de una mayor rentabilidad productiva su factor explicativo. Sin planificación toda tarea de mínima envergadura colectiva se encuentra ineluctablemente condenada al fracaso. Pero en los días que corren acontece a menudo la situación inversa. La hipertrofia de orientaciones y "puestas a punto" a cargo de comisiones, comités, secretariados y staffs de toda índole desemboca de ordinario en la atrofia de la veta creadora y aun de la misma energía o voluntad de trabajo en los colectivos afligidos por la incoercible deriva reunitiva . La vieja y muy conocida consigna napoleónica de formar comisiones a fin de provocar el seguro naufragio de las mejores iniciativas, se enseñorea por doquier del desolado panorama español de la crisis. No hay, por supuesto, que establecer arbitrarias antinomias entre rentabilidad y preparación o "esquemas organizativos". Mas tampoco debe ponerse la carreta antes de los bueyes. Sin licenciaturas ni másteres gerenciales, los antiguos dosificaban impecablemente el asueto y el quehacer, la teoría y la práctica, el aprendizaje y el dominio. Tempus loquendi, tempus tacendi , se dice en la Biblia... Y, en caso de duda, la abstención se encuentra terminantemente prohibida. Inclinarse siempre por el trabajo y la economía material...

* Catedrático