Como llevamos dicho muchas veces, y Jesulín de Ubrique fue el primero en decirlo, la vida es como un toro. La vida y, por supuesto y con más razón, España. Pues ahora vamos cayendo en la cuenta de que España es cada vez menos un toro (los datos de asistencia al espectáculo taurino caen en picado) y más un coche. En los nuevos episodios nacionales siempre hay un coche por medio. Hay coches famosos y coches que no tienen fama pero que son igualmente importantes en nuestra historia. Entre los famosos, el Dodge Dart de Carrero Blanco, que para tantos chistes ha dado antes y ahora; chistes que antes se contaban con picardía e ironía en los bares mientras la gente se reía con un sonido gutural arrastrado y apenas perceptible, y que ahora se ponen en las redes sociales con maldad, mala sombra y odio zulú por gente mayormente del Partido Rencoroso. Sin necesidad de retrotraerse a los coches y carruajes donde sufrieron sus respectivos atentados Eduardo Dato, Prim, Calvo Sotelo, Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg y otros personajes que hoy son sólo nombres de calles, el coche y sus derivados también marcan ahora la diferencia del día a día del telediario. Cristina de Borbón y Urdangarín pasearon ante los flashes del papel couché su amor culpable trufado de juzgados e inopias en un Golf VR6 verdoso de engañoso aspecto clase media. Pedro Sánchez se montó una gira militante para pasear su cabreo por las hispanas tierras en un Peugeot o un Opel Corsa (no recuerdo) proletarios, vehículos poco adecuados a sus piernas de baloncestista. Al rey emérito le hicieron en Francia un Citroën de medida especial para su estatura, como hicieron con el Citroën Tiburón en el que paseaba la grandeur De Gaulle. Felipe VI suele aparecer en los desfiles subido a un Rolls, y Franco se dejaba ver (cosa complicada) en sucesivos modelos alemanes, ingleses, norteamericanos y hasta españoles como Barreiros; ante tanto glamour contrasta la mediocridad del monovolumen donde Évole entrevistó a Albert Rivera y Pablo Iglesias. Y ahora Iglesias se nos descuelga, micrófono en mano, en un autobús directamente proporcional a su ego. Coches veredes.

* Profesor

@ADiazVillasenor