El Tribunal de Justicia de la UE ha condenado las normas de la reforma laboral española que abaratan el despido mediante la falsa temporalidad. Es decir, ha condenado la suma de contratos temporales para ocupar lo que, en realidad, son puestos fijos. Ahora, queda esperar que el Gobierno español, cuando lo haya, introduzca las enmiendas legales. Es una alegría constatar que Europa aún sirve para mejorar nuestras vidas. Es fundamental que las leyes protejan nuestros derechos, pero también urge reflexionar sobre el mundo laboral en la actual coyuntura.

La cultura neoliberal ha consagrado la competitividad a ultranza, la gestión de los éxitos o fracasos como si fuéramos nuestros propios empresarios. Triunfar, conseguir un cargo mejor, más sueldo, más responsabilidad… Nos forzamos a darlo todo hasta el límite de exigirnos el agotamiento. Pero, ¿qué sentido tiene esta fatiga cuando los mileuristas empiezan a ser envidiados por tantos que ni siquiera llegan a las cuatro cifras en su sueldo mensual? Si el trabajo conforma la sociedad, estamos regalando nuestra esclavitud. Regalando nuestro tiempo y esfuerzo a un sistema que fomenta la desigualdad en el más amplio espectro. Un sistema instalado en la precariedad que empobrece a la clase media, mina las expectativas de los jóvenes y discrimina a la mujer con unas reglas de juego que nunca la favorecerán. En el trabajo se forja el sistema que marginará a nuestros hijos.H

* Periodista