No se ha borrado todavía de nuestras pupilas aquella fotografía profundamente conmovedora, en la que se veía a un niño sirio, de unos cinco o seis años, con el cuello y el pecho cubiertos de sangre, a causa de las heridas producidas por una bomba, y que en el quirófano en el que murió decía a los médicos: «¡Se lo voy a contar todo a Dios!». En esa frase, el pequeño condensaba todo el dolor, el miedo y la injusticia experimentados en su corta y durísima vida. Y también la fe en un Dios que se indignaría con ello y haría justicia trayendo la paz a Siria. Vuelve, cada día, a primer plano, el incompresible sufrimiento de los inocentes, como el gran argumento del ateísmo. El dolor que llevó al gran Albert Camus a cuestionar la existencia de Dios y la naturaleza del hombre: «Rechazo la idea de una creación en la que los niños son torturados», dirá en su novela La peste. Y el judío creyente Elie Wiesel, siendo adolescente, llega a un campo de exterminio y, como involuntario testigo de una cremación, se pregunta: «¿Cómo es posible que se quemara a hombres, a niños, y el mundo callara?». El mundo mira a otro lado, no se entera y calla. Pierde la fe: «Jamás olvidaré esos instantes en que asesinaron a mi Dios y a mi alma y que dieron a mis sueños el rostro del desierto. Jamás olvidaré ese silencio nocturno que me quitó para siempre las ganas de vivir», dirá años después el que fuera escritor y premio Nobel de la Paz. Las escenas de terror continúan prodigándose como la vivida por una niña, hace unos días, torturada hasta la muerte por un familiar. Como la sufrida terroríficamente, según la denuncia de Amnistía Internacional, el pasado mes de marzo, dando cuenta de que 13.000 presos habían sido ahorcados en una cárcel siria, al norte de Damasco. Se les sacaba en mitad de la noche, en grupos de hasta 50 personas, y se les colgaba. Nos vienen a la memoria las palabras de Martin Luther King: «Lo más grave es el escandaloso silencio de las buenas personas». El silencio de todos nosotros, cómplices, «sin saberlo», de tantos males.

* Periodista y sacerdote