En un blog que dedico a mis nietos, les hablo de la paz, día celebrado ayer, 30 de enero. Y lo hago de forma sencilla, como corresponde a sus edades. Mis queridos nietos: para los que ya entendéis muchas cosas, quiero dejaros hoy, Día de la Paz, algunos pensamientos míos acerca de tan gran valor que deberíamos rotularnos en la frente: La paz no es la bandera blanca en un campo de batalla, que humilla al vencido y envanece al ganador, la paz es, en primer lugar, y quiero que lo entendáis bien, tener el coraje de ganar esas batallitas a las que la vida nos va enfrentando cada día. Vivir en paz tampoco en vivir de brazos cruzados viendo cómo pasa la vida, la paz es una conciencia tranquila de haber hecho y dado cada día, lo mejor de nosotros. La paz no es una palabra que esperemos les toque lograr a otros y nos llegue a nosotros, la paz es una actitud, un valor que debemos llevar izado como antorcha en nuestro caminar por la vida. Ser pacífico no solo quiere decir ser tranquilo, sino evitar la violencia, los enfrentamientos, las palabras duras, la discriminación, las injusticias, la pobreza y tantas cosas…

No olvidéis esto: las páginas escritas en paz y amor, no hay años, ni acontecimientos que puedan borrar, porque siempre quedan ecos de nuestro vivir y actuar grabados en el alma. Si buscáis la paz y hay que elegir, no dudéis en elegir siempre lo más bello: acertaréis porque la belleza no puede convivir con la maldad, mentira, hipocresía, con la guerra. Para vivir en paz no hay que venderse a nadie. Cuando alguien nos compra, perdemos la libertad y eso quiere decir que nos veremos obligados a vivir sin esclavos, algo que, sin duda, nos robará la paz, y la persona que no está en paz consigo mismo será una persona en guerra con el mundo entero (Gandhi).

* Maestra y escritora