Al final por lo que veo todo era cuestión de disfraz. Esa estética de varios pendientes de aro que recorren el lóbulo de mayor a menor, el extensor ese que te dilata la oreja hasta la paranoia, el pantalón flojo y cagadete de tela de pañuelo palestino, las camisetas una sobre otra con mensaje antisistema y, lo más importante, ese corte de pelo heredado de las batasunas, difícilmente rubias, con pelo oscuro cortado a la piedra (a la piedra por ser a golpetazos) y el flequillo visera, ese que te parte la frente y que tiene la obligación de que te siente mal no, lo siguiente.

Supongo que habrá para quien esa estética sea lo más y además una forma de vida real, como para mí lo son los tacones y los vestidos que marcan cadera, con independencia de cualquier ideología. Tener tu propia identidad y no estar metido en un disfraz, sino parecer y ser lo que eres de verdad, una forma de sentirte cómodo, identificado contigo y además hacerlo allá donde vayas, porque no se trata de ningún disfraz. Me encanta que me digan que llevo los mismos tacones que cuando entraba tarde y atropellada a la Facultad de Derecho en los años ochenta, porque me hace sentir que sigo siendo la misma.

Nada hay peor que ir disfrazado después del Carnaval, pero el Carnaval ha pasado... ¿Lo recuerdan? Disfrazarse de padre amantísimo, cuando los gritos y los insultos pueblan la casa; disfrazarse de rico cuando debes la cuota de la hipoteca y no le pagas al dentista; disfrazarse de católico practicante y repudiar a los que sufren, a los inmigrantes y hasta a los que trabajan para ti. Disfrazarse de cualquier cosa que no eres es, en realidad, lo peor.

Y la Sra. Gabriel (contradictoria hasta para ser ultrafeminista y tener un apellido tan masculino) nos ha engañado, porque realmente estaba disfrazada. ¿Cómo explicarnos si no que su uniforme de antisistema, anticapitalista, y anti «todo» se lo haya quitado sin más y de un plumazo en la cúspide y paradigma del capitalismo europeo? El colmo ha sido hasta recogerse el flequillo con un ganchillito en un lado al estilo mas puritano.

Cada día doy las gracias a quien inventó las zapatillas para andar con cuña de tacón interior, para no perder la coherencia a esta edad y seguir andando... Con el tacón puesto.

* Abogada