En economía decimos que un país padece la "enfermedad holandesa" cuando tiene una fuerte dependencia de un sector exportador que genera profundos desequilibrios en la economía. El término se acuñó en los 70 para describir la situación de la economía holandesa a raíz del descubrimiento de gas en sus costas. El boom de las exportaciones del gas llevó a una fuerte apreciación del florín, entonces su moneda, y a un crecimiento de los salarios en los sectores vinculados al gas. Esa apreciación del florín y la subida de salarios en el sector exportador tuvieron como consecuencia una subida generalizada de los salarios, lo que provocó inflación diferencial y pérdida de competitividad. El resultado fue que sectores enteros desaparecieron porque resultaba más barato importar de Alemania o Bélgica que producir en Holanda. El boom de precio del petróleo de 1973 hizo el resto: lo que Holanda ingresaba por petróleo salía hacia el exterior porque cada vez necesitaba importar más. Holanda se curó tras un profundo ajuste salarial, una fuerte flexibilización de su mercado laboral y vincular su moneda al marco alemán.

Aunque se llame la "enfermedad holandesa", la primera economía que la sufrió,y durante el tiempo más largo, fue la economía española, especialmente la castellana, pues la entrada del oro y la plata americana generó una "enfermedad holandesa" de casi dos siglos. Australia (oro), Sudáfrica (diamantes), Argentina (carne y grano), Noruega (petróleo), Chile (cobre) o Colombia (café y, aunque no lo reconozcan, coca) han sido otros que la han sufrido. Todos los que hicieron una seria política de ajuste y de estabilidad (Australia, Noruega, Chile, Colombia en menor medida) retomaron sus tasas de crecimiento y han desarrollado economías estables, maximizando a largo plazo los beneficios de su excepcional dotación de recursos. Aquellos países que no trataron a tiempo su enfermedad holandesa, países con gobiernos populistas que en vez de invertir los ingresos, subvencionaron las rentas de sus ciudadanos, sin incrementar su competitividad, hicieron crónica su enfermedad hasta el punto de ser países, a pesar de su impresionante dotación de recursos, de renta baja. Argentina es, posiblemente, uno de los casos más llamativos, pues el peronismo cronificó su mal holandés de tal forma que,teniendo allá por la década de los cuarenta una renta per cápita superior a la española en 1,5 veces, hoy es 3 veces inferior.

Hoy el país que sufre con más virulencia la "enfermedad holandesa" es Venezuela. Venezuela padeció el mal holandés desde que descubrió petróleo, y lo padeció en una variante más peligrosa, pues, al mismo tiempo que generaba profundos desequilibrios macroeconómicos, se generalizó la corrupción y la permanente inestabilidad política. El resultado de décadas de enfermedad fue la Revolución Bolivariana de Hugo Chaves. Con las mayores reservas de petróleo del mundo (casi 300.000 millones de barriles), la política económica bolivariana ha llevado a la institucionalización del mal holandés. Venezuela genera el 50% de su PIB exportando petróleo, pero estos ingresos los reparte directamente en forma de gasto público y subvenciones, lo que ha llevado a que nadie tenga incentivos para producir, máxime cuando tiene una política de precios intervenidos. El resultado es que Venezuela tiene que importar una parte significativa de sus bienes de consumo (desde alimentos hasta papel) e inversión (maquinaria, productos químicos, etc.), lo que supone una cantidad superior a los ingresos de sus exportaciones. Esta política populista genera una inflación del 159% anual, un paro real que sobrepasa el 20% y un déficit público superior al 24%. El problema es que el precio del petróleo ha caído un 70% respecto al precio de hace dos años, lo que implica para los venezolanos una caída de su renta per cápita de más del 37%, sin expectativas de subir, lo que supone una profunda crisis en la economía venezolana.

Una crisis profunda que durará años, tantos que se acuñará el término económico de "enfermedad venezolana" para una enfermedad holandesa tratada por políticos populistas.

* Profesor de Política Económica

Universidad Loyola Andalucía