Sin que sirva de precedente, coincido con Trump, quien ha venido a decir, tras la entrevista con Rajoy en la Casa Blanca, que el problema catalán viene de largo en la historia y que le gustaría que Cataluña no se separara de España. Coincido, oiga, pero me ha sabido a poco y me sorprende que este hombre que ataca los problemas de un modo frontal, si no a las bravas, se haya puesto de perfil para hacer una declaración que no sería muy diferente a la que haría una turista que estuviera tostándose al sol en Torremolinos. De la ilegalidad del referéndum, de la violación del Estado de derecho y la perversión de la democracia, del sentido común, en suma, que esgrime Rajoy, Trump no ha dicho ni mú. No ha ido más lejos que manifestar un deseo y piropearnos por lo simpáticos que somos y el bonito país que tenemos. Agradecido, le voy a enviar una postal de un patio cordobés.

Uno estaría tentado a pensar que su prudencia ha sido fruto de la Doctrina Payne, que determina que EEUU no debe meterse en los asuntos internos de otros países, pero ya sabemos que es papel mojado manchado de sangre y que, por ejemplo, la situación en Venezuela no es un asunto interno de los venezolanos, sino que se puede llegar a invadir el país sudamericano para llevar la democracia y hamburguesas para todos. Tampoco podemos pensar que le gustan los referéndums de independencia a Trump, como lo demuestra el rechazo de Washington al que acaba de celebrar el pueblo kurdo porque desestabilizaría la unidad de Irak. ¿Y qué pasa con la estabilidad y unidad de España? ¿Por qué no ha condenado rotundamente el referéndum catalán?¿Es un asunto interno del Gobierno español?

Contrasta esta tibieza de Trump con el alineamiento sin fisuras de Rajoy con la política exterior norteamericana. No solo en cuanto al terrorismo yihadista, que está en el interés de todos, sino en lo que respecta a Venezuela y a Corea del Norte, donde Rajoy ha dejado claro que hay que pasar a la acción, porque en Venezuela hay una dictadura y la gente muere de hambre; y en Corea del Norte hay un régimen que viola el tratado de no proliferación de armas nucleares y amenaza a toda la región. Rajoy se ha adelantado a todos los países europeos y le ha presentado a Trump en bandeja de plata la ruptura de relaciones diplomáticas con Pionyang,

Lo más terrible quizás fue lo de Puerto Rico, una isla antes española y ahora asociada a EEUU y, según el New York Times, ya en bancarrota y con un 47% de pobreza antes de que los huracanes la desolaran. Trump censuró las protestas de la población, los saqueos, la quema de banderas y los silbidos a su himno nacional, por lo que los puertorriqueños sienten como que viven una dejación de la administración norteamericana. Inaceptable.

* Comentarista político