Si bien en más de una ocasión, la realidad profesional que me envuelve hubiera sido más que suficiente para generar unas letras que compartir con usted y que expresaran lo extremadamente sorprendente que es el comportamiento humano, han sido unas declaraciones, no me cabe la menor duda que bien intencionadas, las que justifican este abuso de confianza.

Un personaje de relevancia social, mediática o como quiera que se llame, manifestaba ante la interpelación del periodista que le pedía unas palabras dirigidas a aquellas personas que padecían cáncer, con esta expresión: "Lo se y estoy seguro, si luchas vences; es la clave, yo me he curado".

Vaya por delante un sentimiento íntimamente compartido de alegría con esta persona y con todas aquellas personas, cada vez más numerosas, en las que se logra curar el cáncer. Es bien sabido que un diagnóstico precoz y un tratamiento eficaz son pilares fundamentales que mejoran las posibilidades de salir adelante y no me cabe la menor duda que un buen estado de ánimo, los amigos y la familia ayudan a pasar mejor ese trago amargo.

Sin embargo, estoy en completo desacuerdo con esta frase, en muchas ocasiones empleada, "si luchas vences", sobre todo si tras la metáfora de esa victoria lograda se esconde el tan ansiado como en algunas ocasiones inalcanzable objetivo de la curación.

Tratando de analizar el objetivo propuesto, como fin último de la lucha que nuestro personaje nos ofrecía como clave fundamental, encontramos que éste (la curación) ha ido cambiando a lo largo de la historia y adquiriendo matices aportados por el desarrollo de la medicina y de la propia sociedad. Así, hemos pasado, por tanto, a considerar la curación como la restitución, con más o menos secuelas, de los tejidos dañados en la caza o en la guerra en los primeros siglos de la humanidad a entenderla, después del desarrollo de los antibióticos, además como la desaparición completa de la enfermedad y sus síntomas, sin necesidad de tratamiento médico, hasta llegar a la época actual en la que la hegemonía de enfermedades crónicas replantean nuevos matices añadidos a la curación, condicionada en todo momento por la capacidad tecnológica de detectar la enfermedad. Dicho de otra manera, estamos tan sanos o curados, como la tecnología es capaz de afirmarlo.

Al "si luchas vences" exclamado, vino asociado inmediatamente el recuerdo profundo de la cantidad pacientes que lucharon junto a familia y amigos, y que al final terminaron cediendo al curso de la enfermedad. Inmaculada, Alfonso, Eva, Esperanza, Mariola, Antonio, Lucía, Rafael, Miguel, Carmen, Angeles, Joaquín, Rosalía o Lucas son nombres de algunos de los que me dieron la oportunidad de compartir su enfermedad, en ocasiones algo más, y les puedo asegurar que lucharon y de qué manera. Enfermos de cáncer, pero ante todo vitales, personas con una amor a la vida y a su entorno tan fuerte que en ningún momento permitieron que la enfermedad ocupara ni un minuto de lo que ellos consideraban lo más importante, una conversación, un sueño, un cuento infantil, un paseo, o una sonrisa. Lucharon en el peor de los escenarios, que en el día a día podemos imaginar, el de la enfermedad incurable con una temporalidad finita, y no me cabe la menor duda de que vencieron a la enfermedad, fueron capaces de continuar viviendo. Queda, por tanto, un compromiso por mi parte, espero que compartido igualmente por usted; cambiemos el "si luchas vences" por "si luchas vives"

* Oncólogo médico