Cuenta su vida a lo largo de su trayectoria. No han sido inútiles los brazos ni el esfuerzo inútil, no fue dinero malgastado sino recurso para una victoria compartida .

La empresa que crece y pervive medio siglo no es logro fugaz ni triste remedio para la sociedad. Un cincuentenario para una familia empresaria no es placer de vanidad sino reguero de imaginación y esfuerzo. Cincuenta años, como familia emprendedora, debe ser sedeño fasto porque el camino no estuvo sembrado de sedas sino de piedras e incertidumbre.

Para la sociedad este tipo de cincuentenario debería ser regocijo y olvido de los fantasmas del pasado. Cabe, en beneficio de todos, desearle a la empresa mejor salud, riqueza moderada, riesgo calculado y pensamiento sagaz. Deberíamos todos alzar las copas.

Fue en 1968 cuando nacieron, casi al mismo tiempo, familia y empresa. Cuando la empresa arranca la familia había procreado dos hijos y otro estaba en espera. Larga procesión de hijos que luego maduraron en familia y en la empresa. En 2018 los padres hace años que se han marchado lentamente hacia el olvido y quedaron dos hijos, de los tres, que los cuidaron hasta depositarlos en la calmada impertinencia de la muerte .

Una empresa, que vive y crece durante cincuenta años, es jardín de espinas y de muchos y buenos recuerdos . Tuvo sus fantasmas, visitas de indeseables huéspedes. Hubo penas, como la muerte de un hijo que trabajaba en ella, pero también alegrías.

Toda empresa cincuentenaria es poder magnético, es Ulises de batallas y naufragios sin llegar a descender a los infiernos. Ha vivido la familia empresaria varias honras fúnebres pero sin engaños de sirenas, ha crecido haciendo puntadas entre lágrimas y sonrisas. Pero la familia y la empresa siguen y viven. Han domado toros, han sido simultáneamente patrón, tesorero, explorador, labrador de cielos y olivos.

Debemos levantar nuestra copa y que rebose el vino por tener cincuenta años para así honrar a toda familia que emprende y a los trabajadores. Al genio creativo del padre que la fundó, a la mente crítica de la madre, a la habilidad negociadora de un hijo y al ojo hábil del otro hijo.

Ningún viento del invierno heló a esta empresa, ningún sol aterrador de Córdoba ha hecho que se marchite, Estas palabras pretenden recordar que la familia Piedra Trujillo, empresaria... Acaba de cumplir cincuenta años.

* Catedrático emérito de la Universidad de Córdoba