No puedo ser ajena a que hoy, Viernes de Dolores, es un gran día en Córdoba, pistoletazo del inicio de la Semana de Pasión y, por tanto, la última de la Cuaresma. Viernes de ayuno y abstinencia, práctica cada vez menos extendida --creo-- incluso para los creyentes y un día que nos recuerda el dolor de una madre al ver a su hijo camino a la muerte, evocando a todas las madres y el amor por sus hijos.

En Córdoba tiene una solera especial con ese bullir de la Plaza de Capuchinos para alcanzar el Besamanos de la Virgen de los Dolores, siendo el día del año que concentra el mayor número de actos cofrades. En total parece que unos 16 actos entre Vía Crucis y Besamanos repartidos por el centro y los barrios... y es que Córdoba es cofrade, sí señor, y este año al parecer con grandes novedades, hasta históricas, para lucimiento esplendoroso de una Semana que tenemos que exportar cada vez con más orgullo. No sé, pero incluso desde mi ignorancia cofrade, que adelanto y confieso, debe ser increíble ver ciertas estampas desde los márgenes del río con la Mezquita-Catedral de fondo y más aún entrar por la penumbra de esta, marchar por sus elegantes columnas y atravesar esa «puerta» que tantos ríos de tinta ha hecho correr. Lo máximo para quiénes vivan esto con fervor e intensidad.

Pero esta columna va hoy dedicada a los otros, a quienes esta semana nos sentimos friquis porque nos marea el intenso olor del incienso, nos agobian las aglomeraciones y hasta nos falta el oxígeno cuando te atrincheran entre la pared de una calleja y el respiradero del paso, para los que no entendemos tanta espera, ni las pipas, ni las cervezas, ni estar de pie aprisionados entre gente que invade tu espacio vital, para los que sentimos como nos retumba todo el estómago con esos tambores que ya de lejos empiezan a sonarte ahí muy adentro y para todos esos que más allá de reconocer la belleza artística de las tallas, no ven en este entorno, demasiado festivo, ninguna espiritualidad, sin olvidarme de aquellos que hasta sienten miedo de los nazarenos y sus miradas redondas y oscuras.

En mi casa, que adelanto hay mucho cofrade y más juristas todavía, tengo que esperar a que pase el Lunes Santo, pero les aseguro que después de la Sentencia, recurro... Y me voy.

* Abogada