Junio es mes de los exámenes pero hace unos días en seis comunidades miles de estudiantes se han sometido a unas pruebas decisivas para su futuro profesional, la Selectividad. Se han enfrentado a un dilema, poder o no poder iniciar los estudios en la carrera que desean. Si no consiguen la puntuación necesaria tendrán que elegir otra quizá no de su agrado. ¿Y por qué no la Formación Profesional que es una de las opciones más favorables para no permanecer en el paro pese al título de licenciado universitario? En los años 70 dediqué desde Bonn más de una crónica en TVE a ese tema. Mi propósito era además de informativo, pedagógico. Para acceder en Alemania a la Universidad había que superar una criba previa que daba paso al bachillerato superior. Aquellos que no lo lograban, encarrilaban su vocación hacia la Formación Profesional Dual con el título de grado medio. Poco eco tuvieron mis crónicas. «No somos alemanes», me decían, pero comprendí la idiosincrasia de nuestra sociedad. Me decía un alto funcionario del gobierno alemán, «mi hijo está encantado con ser fontanero y mi hija que estudia Derecho va para diplomática». No pensaba que había desmérito en ello. Acepta la sociedad, sin complejos, el ser o no universitario. A ello hay que añadir la buena predisposición de las empresas para formar a buenos técnicos. Realicé un reportaje en una fábrica de la cuenca del Ruhr, donde hijos de trabajadores españoles se formaban profesionalmente. Aquí aun quedan padres que prefieren un hijo picapleitos, sin mucho porvenir, que un buen fontanero o un excelente administrativo.

* Periodista