Ha puesto el dedo en la llaga una protesta de la Asociación Vecinal Axerquía, que en principio habla de la Fiesta de los Patios desde la visión del sufrido vecino del Casco Histórico. Aunque distingue entre aquellas cruces del certamen que son fruto de la tradición y del esfuerzo vecinal (San José Obrero, Villarrubia, Cañero, etcétera), critica a aquellas otras sin implicación con los residentes del entorno. Y, sobre todo, el fenómeno del botellón .

Ya el jurado del certamen incluyó en el acta un escrito en el que instaba a seguir actuando contra las concentraciones juveniles para beber, la falta de implicación de algunas cruces con el vecindario (cuando no con los residentes abiertamente contrarios) e incluso advertía de casos de colectivos que son meras pantallas para el negocio de establecimientos hosteleros. Eso sí, puntualizaba que se trataba de casos determinados dentro de las 57 cruces de un concurso en donde, por otra parte, la mayoría de los colectivos habían dedicado un esfuerzo extraordinario y en el que la calidad sigue aumentado sensiblemente.

La carta abierta de la AV Axerquía es mucho más crítica, particularmente con el botellón . Pero más allá también señala un hecho que sorprendió en el pasado puente festivo a más un cordobés, un servidor entre ellos: la presencia de numerosas despedidas de solteros, grupos chuscos en buena medida llegados desde fuera de la ciudad ante el reclamo de una fiesta en la que, precisamente, no es la belleza de las cruces lo que se busca, sino la jarana desatada del botellón .

Al respecto, y más allá del malestar vecinal, habría que preguntarse si es este el tipo de turismo que a medio y largo plazo se quiere para Córdoba, por no hablar del tipo de valores que estamos transmitiendo a nuestros propios jóvenes. Más bien este turismo de despedidas de solteros parece pan para hoy y hambre para mañana, porque el daño que se le hace a la imagen de la ciudad tardará mucho en superarse. ¿Para eso tanta inversión en el patrimonio histórico y monumental, tantos planes turísticos (se cumplan o no) y tan sesudos programas de recuperación vial y urbanística de la zona histórica? Para ese viaje, de grupos gritones en busca de alcohol y emociones fuertes , no hacían falta alforjas, sino un corralón de cabras. Y no se engañen, de seguir en aumento este tipo de visitantes acabaremos pagándolo caro, como ya ha ocurrido en otras ciudades como Barcelona, Palma o de la Costa Brava, donde ha terminado siendo todo un problema.