El ciego quiso compartir con Lázaro el racimo de uvas que le habían dado y le dijo al chico que, para que no hubiera engaño, tomarían las uvas de 1 en 1 por turnos. Al segundo turno el lazarillo se dio cuenta de que el ciego las cogía de 2 en 2, y entonces él decidió tomarlas de 3 en 3. Al final, el sagaz ciego le dijo que sabía que el niño le había engañado y, ante la extrañeza de éste por que se hubiera dado cuenta, el ciego respondió "¿Sabes en qué veo que las comiste de 3 en 3?, en que comía yo 2 a 2 y callabas". En estas semanas en que la mayoría ya comienza a darse cuenta de la que se nos ha venido encima, no es raro que muchos entren en barrena en un complejo de culpa: que si hemos vivido de lujo y corrupción mientras que los alemanes nos pagaban la fiesta de los fondos estructurales que permitían comisiones ilegales sin cuento; que Europa ya se ha cansado de subvencionarnos cualquier cosita; que tenemos lo que nos merecemos. Y sin ser falsas algunas de estas premisas, cabría acordarse del pícaro Lázaro de Tormes y del más pícaro ciego, ya que si bien nosotros es cierto que hemos tomado las uvas de 2 en 2 de ese maná inacabable que nos llegaba del norte, seguro que el ciego alemán y europeo las cogía de 3 en 3 y no nos enterábamos. Nuestra entrada en la CE, en la OTAN, en el euro, nunca nos salió gratis y bien que deberíamos saberlo: a nuestro beneficio hay que sospecharle otro enorme beneficio, más grande, que se han llevado los bárbaros. Pero no está mal albergar cierto sentimiento de culpa, algo característico de madurez y sensatez.

* Profesor