Se acabó el sueño. Y era cierto, como decía Goya, que el sueño de la razón produce monstruos. La Unión Europea, o como se llame ahora la organización que manda en el continente: BCE, Bundesbank o Cancillería alemana, ha puesto el despertador y el sueño de Jean Monnet y Adenauer ha terminado en el comienzo de una pesadilla. Han usado un despertador monstruoso, de esos gordos y niquelados de antes con dos timbres enormes como de bicicleta antigua. Lo triste y esclarecedor de este sueño que creímos que era Europa, es que la plutocracia le ha levantado un monumento en todas las capitales y en todos los capitales a la sinrazón de la impunidad. En el continente y en el país que acogieron los juicios de Nüremberg se acabó aquello de que quien la hace la paga, aquí la barrabasada la han cometido los gobiernos, la banca y cuatro o cuatrocientos desaprensivos de esos de sueldo y primas bloqueadas, pero los que la pagamos somos ustedes y yo. Si hubiera vergüenza y el Parlamento Europeo representara de verdad al pueblo, su presidente iría en peregrinación a Oslo a devolver el Premio Nobel de la Paz, pues si bien es cierto que fueron razones justas y de peso por las que se otorgó, peores razones existen ahora para justificar su devolución: las instituciones políticas y económicas han dejado de trabajar por la paz entre los ciudadanos, que se basa en último extremo en la justicia; y ha dejado de haber justicia y decencia oficial entre el cabo de Roca y el río Vístula. Europa ha sido de nuevo raptada, no ya por Júpiter transmutado en toro, sino por un más prosaico becerro. Que es de oro.

* Profesor