Nunca estaremos lo suficientemente agradecidos a Leire Pajín. Pajín, una ministra no recordamos bien de qué pero que tenía amplios conocimientos de mecánica sideral, como Albert Einstein. Leire Pajín nos advirtió de que el mundo debía prepararse para el acontecimiento histórico, la conjunción astral, que suponía la coincidencia de un mundo liderado por Obama y Zapatero a ambos lados del Atlántico. A Obama le tocó el premio Nobel, y ZP, tras pastar en el Consejo de Estado (no sabemos qué consejos dio), entró en la puerta giratoria de algo que se llama Instituto para la Diplomacia Cultural (¡¡!!), no se lo monta mal la casta. En cuanto a la astróloga Pajín, no se rían, después de atravesar su propia puerta giratoria en la Organización Panamericana de la Salud (¡¡!!), ha vuelto a la política y puede volver a darnos días gloriosos. Y hete aquí que, en medio de este nuevo carajal astronómico, el fantasma de Einstein reaparece para hablarnos de que el choque de dos agujeros negros produjeron hace millones de años (o hace un rato, yo qué sé) una vibración gravitatoria o gravitacional de progreso--progresista que nos va a traer la felicidad universal. Está claro, los dos agujeros negros tienen nombre y apellidos: uno sin vocales que aspira a ser presidente y otro con bemoles que se va a encalomar al consonántico a la primera de cambio. Así que la investidura (la embestidura) se resume en e=mc2, o en los relojes blandos de Dalí, que para el caso es lo mismo; relojes blandos en el espacio curvo de dos agujeros negros de retroprogreso vintage años cincuenta. Estamos locos, y sin Goya que nos pinte.

* Profesor