En los últimos tiempos son muchos los datos que avalan cómo la economía de Córdoba se deteriora a la manera de un "campamento minero": explotación intensiva de recursos (ambientales, patrimoniales, culturales, humanos inclusive); veta de beneficios que van a unas pocas manos y que se ha venido sosteniendo, en buena parte, mediante grandes inversiones en infraestructuras, contratos públicos y ciertas privatizaciones. En el 2014, Cajasur aportó 11,9 millones de beneficios netos a su matriz, el Grupo Kutxabank. Aunque se habla de prosperidad en el turismo, recordamos que se utiliza un indicador (las pernoctaciones) que distorsiona una visión general del impacto y los beneficios de este sector. El empleo generado crece poco (la ratio entre aumento de rentabilidad hotelera y aumento de contratataciones es de 5 a 1) y es de muy mala calidad. En su nombre se han producido despilfarros, como recordaba el Tribunal de Cuentas de la Unión Europea hace un año, cuyo exponente son los 85 millones de las arcas públicas que fueron a parar a la ampliación de la terminal del aeropuerto en 2008. Mucho dinero que podría haber permitido salir a Córdoba del "monocultivo de mayo" a través del cuidado y fomento de otros sectores culturales, otros agentes locales involucrados y otros destinos paisajísticos en la ciudad. Podemos añadir en este "debe" económico, los ingresos anuales que genera anualmente el millón y medio de visitantes de la Mezquita--Catedral, que se nutren de la promoción pública y quedan en manos del Cabildo. Lo mismo se aplica a otros sectores, como la distribución alimentaria. La implantación de grandes superficies ha reclamado fuertes inversiones en incentivos fiscales, accesos e infraestructuras. Pero se lleva por delante la producción, el mantenimiento y el comercio locales. Y el empleo, las empresas pequeñas y los servicios que generan estas otras economías más endógenas se resienten. No debe extrañarnos que el otoño se iniciara en la capital con una subida del paro de 338 personas, alcanzando la cifra de 43.421. La mina parece "exhausta". Lo denotan el vaciado de las arcas públicas. Y, sobre todo, la situación de muchas familias que caen en zonas de exclusión, deben ser atendidos por comedores sociales o son amenazadas con pobrezas energéticas o por desahucios.

Es posible superar la dinámica de "campamento minero". Y adentrarse en economías viables, desde el punto de vista social, económico y ambiental. Economías viables que habrían de gestarse a partir de la democratización de la economía, la inversión en sectores que hagan más sostenibles nuestros sistemas de producción y consumo y el compromiso con el bienestar de los habitantes de esta ciudad. Ejemplos hay, y emergen cada día más. El sector cooperativo, en Andalucía y en el conjunto del país, ha sido el más resiliente (el que mejor ha aguantado) frente a la crisis. La contratación pública de Madrid está siendo troceada y contratada para dar vuelo a sectores con vocación de invertir social y económicamente en esta ciudad. En Barcelona, el mercado central intenta a abrirse hacia productores cercanos, facilitando apoyos también para la comercialización local. En el País Vasco o en Cataluña son numerosas las ciudades que cuentan con parques agrarios, redes de agricultura urbana o espacios periurbanos para la creación de pequeñas industrias de economía social o agroalimentaria. En materia de Turismo responsable, que busca revalorizar entornos, espacios y culturas locales y apoya la distribución de beneficios en la ciudad, tenemos ejemplos de una explotación de recursos más equilibrada y justa en, por ejemplo, la comarca de Los Pedroches. Existen ayuntamientos andaluces apostando por iniciativas financieras (banca ética, cooperativas de crédito) que garanticen su implicación en la promoción economías viables en el territorio. Aún está por ver la posibilidad de dar nuevos aires a Rabanales21. Siguiendo horizontes investigadores que preconiza la Unión Europa, este espacio podría abrirse al desarrollo de empresas ligadas a economías "verdes" o a la expansión de nuevos derechos: energías renovables, adecuación de tecnologías y técnicas para una salud comunitaria, mejoras en el transporte público, uso de las nuevas telecomunicaciones para una expansión del conocimiento, etc.

La transición de un "campamento minero" a una economía viable no es responsabilidad de un actor en concreto, y es limitado lo que puede hacerse desde el ámbito municipal. Pero, por dar dos ejemplos, en Córdoba se han dado algunos buenos pasos. Por ejemplo, el rechazo a autorizar y dilapidar más recursos para reconvertir Rabanales21 en un nuevo nicho de la distribución y ocio. O la firma del Pacto por una Economía Social y Solidaria. Sería bueno comenzar a sembrar las bases de economías viables en la ciudad de Córdoba. ¿Hay voluntad política para ello?

*Profesor de Sociología. Universidad de Córdoba AngelCalleC