Tras varios meses de provocaciones, una delegación de Corea del Norte se ha sentado a dialogar con otra surcoreana. El resultado más inmediato ha sido el anuncio de la participación de Pionyang en los Juegos Olímpicos de invierno que se iniciarán en febrero en Corea del Sur. La diplomacia de los deportes ha sido siempre beneficiosa. El encuentro intercoreano se produce tras dos años de ruptura de todos los canales de comunicación entre los dos países, separados desde hace seis décadas. En esta nueva atmósfera se reabrirá la línea caliente entre Seúl y Pionyang y, según Corea del Sur, se ha acordado mantener conversaciones militares, pero el norte ha dejado bien claro que la cuestión nuclear ni se toca. En esta reanudación de conversaciones destaca la ausencia de uno de los protagonistas: EEUU. Las descalificaciones de Trump contra el norcoreano Kim Jong-un hacen imposible la participación de Washington, mientras que la labor quieta, sensata y constante del presidente surcoreano, Moon Jae-in, ha tenido su recompensa, aunque del final del contencioso siga lejos.