Fernando Delgado es la presencia de una visión melódica en la escritura de la realidad. Hay armonía en esta suavidad de los sentidos, que hacen de su textura coloquial una asimilación de la experiencia abrupta de vivir. Como poeta, o como novelista y periodista, Fernando Delgado es una voz que acompaña, erguida en su extrañeza, con la proximidad de quien comprende las concavidades de la luz. El lunes vendrá a Córdoba para presentar su libro de poemas Donde estuve , editado por Vandalia, en el ciclo Letras Capitales de la delegación de Cultura. El título es una declaración, el testimonio de un espacio reconvertido en una biografía contemplada de lejos: el lugar con sus ecos resonantes y su íntima porción de eternidad. En la poesía de Fernando Delgado el elemento pictórico adquiere unos matices de confesión diáfana, en un diálogo fértil enhebrado por un código propio de destellos verbales que atisban el milagro natural de existir, con su pulsión verbal de transparencia, como puerta de acceso a una afirmación sin tonos graves, pero ya con algunas certezas de su parte. Si También la verdad se inventa era una novela prácticamente radiofónica, porque se podía declamar sin resentir la costura de la trama, en la poesía de Fernando Delgado, además de su agudeza plástica, con su familiaridad hacia Cántico, hay una oralidad que recuerda el decir rotundo de Jaime Gil de Biedma, con una suerte feliz de apartamiento de sus materiales, como si el tiempo estuviera más allá de la misma escritura, convertida en silencio de tinte vivencial. He aquí un poeta, dueño de su calma y su respiración.

* Escritor