Caminando por las calles de Córdoba, cumpliendo mi paseo matinal, percibí que se me acercaba un persona que me llamó la atención. Ya cerca de él reconocí al transeúnte, que no era otro que Juan José Aguirre, obispo de Bangassou en la República Centroafricana, uno de los países más pobres del planeta. Paré y sin dudarlo me acerqué a saludarlo, aprovechando para preguntar por su misión. Durante la charla me dio una visión de cómo se encuentra su diócesis, siendo lo que más me impactó el que en su parroquia cobija a 2.000 musulmanes rodeados de guerrilleros que a fuerza de balazos intentan eliminarlos y que frente a esas balas se encontraba Juan José Aguirre arriesgando su vida y pidiendo a los guerrilleros que cesen de disparar. Hoy, la parroquia donde se encuentran es un auténtico polvorín y sus anfitriones, los religiosos católicos, sus escudos humanos. Los grupos armados cometen masacres casa por casa con total impunidad. Escuchando estas palabras recordé al Papa Francisco, pues este obispo olía a oveja, y se encontraba primereando y misericondiando a los desvalidos y abandonados recluidos en su parroquia, como pastor que cuida sus ovejas. Escribo estas anécdotas porque son una síntesis testimonial (valen más que las palabras) de unos hechos que viven unos misioneros, como tantos otros, arriesgando sus vidas para que otros vivan.

Y es que como todos los años, en el penúltimo domingo de octubre, el día 22 concretamente, el Papa, criticando la fe del sofá, ha tomado la decisión de presentar el Domund 2017 con el lema «Sé valiente: la misión te espera». Se trata de exhortar a las comunidades eclesiales, a los fieles cristianos, a tener coraje para vivir la misión, entregando generosamente y con valor sus vidas.

Valentía ¿para qué?: a) Valentía para vencer algunas tentaciones que aparecen en el camino del creyente. Tentaciones con una gran capacidad de persuasión y que nacen ordinariamente de una fe lánguida y deficientemente fundamentada. b) Valentía para vencer la visión secularizante que identifica la fe con la cultura de un pueblo. Ante esta argumentación, es preciso tener la valentía de responder con la certeza de que la fe es más que una cultura, es algo más que una simple liberación social. c) A ello puede sumarse la presión de la opinión pública en la que la dictadura del «se lleva», el prestigio o el bienestar predomina sobre cualquier otra opción que suponga la renuncia y la entrega, y la percepción de que entregándose se pierde libertad. Otras muchas situaciones se podrían describir para justificar la invitación al coraje que lanza el Papa. Ante estos condicionamientos externos e internos que dañan la respuesta a la misión, no cabe otra alternativa que la valentía de darse, como se descubre en varias imágenes del Evangelio.

La misión, en suma, es el mar por el que navega la barca del Reino que conduce el misionero con valentía y decisión. Sabe que su trabajo está en no pocas ocasiones sujeto a imprevistos, sorpresas e incluso riesgos, como Juan José Aguirre. A pesar de ello, el misionero es valiente y se fía, en la confianza de que la pesca no se hará esperar.

* Licenciado en CC. Religiosas