En el momento actual, todos, absolutamente todos los españoles declaramos a voz en grito que nuestro país está corrompido, echándonos --eso sí-- la culpa los unos a los otros; y hasta con la inclusión de un sindicalista, en la relación de aprovechados con las tarjetas opacas, el tema nos ha causado a los unos un inmenso dolor, mientras que a los otros, ha significado la alegría de que en España, hoy día no se salva nadie de ese estigma de corrupto.

Mas, puestos no a calificar, sino a profundizar un tanto en la averiguación de cual es la causa de ese fenómeno tan generalizado, para nosotros esa causa es, fundamentalmente, por no decir totalmente, la vigencia del dinero como ordenador de todos los ámbitos de la vida social; ese dinero, que si ya intervino de forma maléfica en la muerte de Cristo (recuérdense las treinta monedas de plata que le dieron a Judas, por su traición para, al final, llevarlo al suicidio) hoy aparece, en las situaciones más diversas que van desde las tarjeta opacas, de un elevado número de dirigentes nacionales, o la "entrada de nuevo en la política" del señor Ruiz Gallardón, que había manifestado su propósito de volver a la vida privada tras su fracaso como ministro, pero que se ha "apañado" un puesto (no queremos decir de trabajo, porque no lo es) designado a dedo, con un sueldo superior al de presidente del Gobierno y de carácter vitalicio, hasta el expresidente González que, pasando por encima de su buen recuerdo como primer presidente de la democracia, se ha introducido para ganar mucho dinero, en los ámbitos más negros de la sociedad.

Pero, ¡por favor!, no se nos vaya a retorcer nuestra acusación al dinero, aludiéndonos a los que no tienen dinero y viven --mal viven-- a costa de Cáritas o Cruz Roja como señal de austeridad y bondad, porque nosotros nos referimos --bien claro está-- al dinero que se recibe y casi siempre en abundancia, dentro de la sociedad que podríamos denominar como normal e introduciendo también en esa sociedad marginada a los rumanos que piden a las puertas de las iglesias o tiran de carritos cargados de toda clase de residuos semipodridos de las casas de los ciudadanos normales. Solo queremos decir para finalizar este grupo de dolor y de protesta, que mientras en España no volvamos a ser austeros y elevemos como valores todos los realmente ciertos y no el dinero, la sociedad no cambiará y la corrupción seguirá siendo el título --ciertamente lamentable-- que ondee en nuestra definición como nación.

* Abogado jubilado