La primavera se despidió anticipando el verano y quizás, por eso, el verano no nos ha sorprendido. Ha llegado cuando ya lo teníamos. ¡Como tantas realidades de la vida que nos llegan antes de tiempo! Tiempo de verano, tiempo de vacaciones. Tiempo para el descanso más prolongado, con una hoja de ruta que tiene de todo: viajes, mar, playas, montaña, ciudades, países que visitamos, santuarios, monasterios, y ese sitio recóndito, escondido en algún lugar, que para nosotros es el marco ideal del verdadero descanso. Acorde con este tiempo, escogemos diez frases de Rabindranath Tagore, que nos ofrecen el mensaje servido. No tenemos que esforzarnos mucho para comprenderlo. Primera, «no llores por haber perdido el sol, porque las lágrimas te impidirán ver las estrellas», o lo que es lo mismo, siempre habrá a nuestro alcance una pequeña luz, un pequeño tesoro, una solución inesperada. Eliminemos los obstáculos que nos impidan verla. Segunda, «la vida es un don, que sólo merecemos dándola», y así descubriremos que estamos «pensados» para la relación y la comunicación ideal. Tercera, «cuando el camino me canse, no te pediré que me hables, sino que me des tu mano», ya que sentiré más el calor de tu mano que el ruido de tus palabras. Cuarta, «he venido a ti para que me toques con tu mano antes de comenzar yo mi día. ¡Descansa un momento tus ojos en mis ojos; déjame que me lleve a mi trabajo la certeza de tu amistad, amigo mío!» Quinta, «sé como el sándalo, que perfuma las hachas que lo cortan», es decir, devuelve bien por mal, aromatiza el ambiente aunque te cueste trabajo respirar. Sexta, «acéptame, Señor, cógeme este rato, y que se lleve el olvido los días huérfanos que pasé sin ti. Tiende este momentillo mío, descansadamente, bajo tu luz», esa luz que disipa las tinieblas, que nos hace ver mejor el camino para no tropezar, para no caernos. Séptima, «déjame ahora que me siente tranquilo a escuchar tus palabras en el corazón de mi silencio. ¡No apartes tu cara de los oscuros secretos de mi alma, sino enciéndelos hasta consumirlos en tu fuego!». El poeta nos susurra al oído cuál es el mejor escenario para escuchar esas palabras que nos transforman por dentro: el silencio. Octava, «ojalá que yo pueda hacer de mi vida semejante a una flauta de caña: sencilla, derecha y toda llena de música», porque es la melodía la que enciende la llama de las ilusiones. Novena, «las palabras van al corazón cuando han salido del corazón», otra hermosa clave para convencer, para llegar a la vida de los demás: el afecto que envuelve lo que decimos, con plena convicción. Décima, «convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos». ¡Qué gran verdad! Preferimos colmar egoismos, antes que aspirar el aroma de los valores. Diez frases de Tagore que nos invitan a contemplar el mundo con otra mirada, desde la esperanza y la fe.

* Sacerdote y periodista