Alguien ha dicho que en la época veraniega reverdecen las crisis matrimoniales y hasta crece el número de separaciones. ¿Quizás porque al convivir más se agrandan más los defectos? Debería ser lo contrario: una convivencia más cercana, más intensa, es una ocasión propicia y una hermosa oportunidad para conocernos mejor, para dialogar más, para afianzar los vínculos afectivos. Vale la pena tener presentes estas diez claves que pueden ayudarnos a crecer en pareja. Primera, tener objetivos comunes: desde que nos unimos iniciamos un mismo proyecto de vida que no crece si cada cual va por su lado, porque, al fin, la vida en pareja es una barca con dos remos que hay que acompasar; segunda, gozar de momentos juntos, ya que la vorágine cotidiana nos puede llevar a un cierto distanciamiento; tercera, consensuar un estilo educativo, aunque hayamos recibido educaciones diferentes, hemos de tener muy claro cómo educar a nuestros hijos, ir a una y que no nos vean discutir por ellos; cuarta, gestionar las relaciones con la familia molecular: la familia nuclear (padres e hijos) está inscrita en una familia molecular (suegros, abuelos, tíos, primos), que puede ser fruto de conflictos si no se toma la distancia pertinente, pero también puede generar grandes beneficios afectivos y de apoyo; quinta, respetarse siempre: no hay amor sin respeto; si falta éste, pueden saltar las chispas de los celos, evaporarse la equidad, generarse la incomprensión e, incluso, ir naciendo la sombra del maltrato; sexta, cuidar las relaciones íntimas: la salud de una relación se decide en la intimidad, donde el diálogo debe ser transparente y profundo; séptima, administrar el tiempo libre: muchos problemas de pareja tienen su origen en una mala administración del tiempo libre, el cual puede ser, si no la causa, sí la ocasión para que se produzca un enrarecimiento del ambiente; octava, admirar al otro: la costumbre hace que demos cosas por sabidas o sentidas, que nos cueste soltar un «te quiero», o «qué bien estás», por considerarlos redundantes; novena, repartir las tareas domésticas: el reparto equitativo del trabajo es una pieza importante para convertir la casa en un hogar donde todos colaboren; décima, sonreír siempre. Son claves tan sencillas como prácticas, que hay que tener en cuenta desde una profunda convicción: la vida en pareja es de esas realidades que, si no crecen, mueren. No basta con repasar de vez en cuando aquel corazón tatuado en el árbol, sino que hay que ir regando el árbol todos los días, abonándolo periódicamente, podándolo en temporada y cuidándolo siempre. En su libro El tiempo en un hilo, Maruja Moragas, escribía: «Soy una romántica empedernida. Me gustan los amores grandes, sean o no correspondidos. Muy, muy grandes. Yo diría que heroicos, hasta la muerte. Me gustan los caballeros, las damas, los señores, las princesas. Y no soporto los munditos pequeños, que no requieren nada especial de uno, ni la más mínima virtud. Me gustan los retos, las cosas difíciles, luchar por algo que valga la pena».

* Sacerdote y periodista