Más de 7.600 jóvenes cordobeses han marchado al extranjero desde que en el 2008 empezó la crisis económica. Las dificultades para conseguir empleo digno, y mucho menos de alta cualificación, son sobradamente conocidas, y el entorno económico y financiero convierte en una hazaña el esfuerzo de los emprendedores. Quizá el aspecto más preocupante es que en el 2015, con los indicadores económicos al alza, salieron de Córdoba 1.157 residentes, convirtiendo el ejercicio pasado en uno de los que más ciudadanos «exportó» la provincia fuera de nuestras fronteras, con el Reino Unido como principal destino, lo que añade un factor más de incertidumbre. Al dato se suma la migración interior: 7.982 cordobeses de todas las edades marcharon en el 2015 a otros puntos de la península, preferentemente Málaga, Madrid y Sevilla. Córdoba no consigue ser tierra de oportunidades, y sus hijos se ven obligados a emigrar. Con ellos se va la juventud, la fuerza vital de una población envejecida y gran parte del talento, pues son los mejor preparados los que pueden abrirse camino en otros destinos. Las instituciones deben reflexionar y actuar, creando mejores condiciones para el desarrollo, pero también vigilando a un sector privado que, a todas luces, aprovecha al máximo la precariedad laboral y no tiene en cuenta el valor añadido que las personas mejor formadas pueden aportar a las empresas. H