Un año más, después de las vacaciones, retomamos el contacto con nuestros compañeros de andadura en la jubilación y vemos cómo todo no sigue igual, sino al contrario, cada vez va a peor.

Nuestras carencias, que no por numerosas vamos a dejar de enumerar, como la perdida de poder adquisitivo, desahucios, pobreza energética, copago farmacéutico, falta de residencias o viviendas sociales, reconocimiento de minusvalías, comedores sociales, violencia de genero, comisiones de los bancos, dependencia, malos tratos, subida de alquileres, falta de cuidadores de mayores, de bonificaciones en facturas de luz, agua o basura, bono bus, espectáculos del Ayuntamiento, IBI, IVA, impuestos en general... entre otras hacen que nuestro pesimismo se acentúe con el paso del tiempo.

Pero además hemos visto como cada día son más los jubilados y pensionistas del extranjero --ingleses, alemanes, suecos u holandeses, por citar a algunos-- que se afincan en España con sus magnificas pensiones y hacen de nuestro país un edén para ellos.

Además, encuentran una Seguridad Social, que ellos no han sufragado, y que está a su servicio con las mismas prestaciones que recibimos los que hemos cotizado durante toda la vida en España y ahora deberíamos disfrutar con total garantía y gratuidad, ya que es cuando más la necesitamos.

Las vacaciones nos han servido para reflexionar una vez más sobre cómo los políticos nos engatusan y engañan, saliendo en los medios de comunicación diciendo que el futuro de nuestros mayores está garantizado.

Les falta añadir: se morirán todos.