Que el plan de viabilidad de la multinacional andaluza Abengoa debía llegar forzosamente acompañado de despidos no es algo que sorprenda. Sí sorprende la forma de comunicarlo a los afectados, y pone el foco sobre la escasa transparencia con la que se comporta esta compañía antes y después del preacuerdo alcanzado con sus acreedores para evitar el concurso. Una carta, dirigida al conjunto de los trabajadores y firmada por el presidente y el director general, anunciaba estas medidas, que se consideran indispensables para asegurar el futuro. Se calcula que será objeto de despido --ajuste o reestructuración, en el lenguaje al uso-- en torno al 10% de la plantilla, unos 500 empleados, y los directivos incluyen estas previsiones en el conjunto de medidas de "racionalización" de la sociedad. Los sindicatos han mostrado su indignación por no haber sido informados previamente y por el hecho de que la empresa no ha contemplado la posibilidad de que los trabajadores colaboraran con sus ideas para conseguir ese futuro de viabilidad que se persigue. Ahora todo indica que los sindicatos deberán negociar los despidos sobre una decisión ya tomada, y en un clima nada favorable al acuerdo.