Pese al título, no espere aquí el amable lector una reivindicación ni menos aún un "quejío" por la desventurada suerte contemporánea de la tierra del cronista respecto a una de las comunidades más entrañadas por él entre las muchas y espiritual y culturalmente muy ricas de la gran patria española. La desdicha --por no emplear términos quizá más tremendistas e impactantes-- de no volver a contar en el flamante Parlamento andaluz con ninguna fuerza política de expresión estrictamente telúrica obliga a cualquier conciencia crítica y responsable a profundizar en la meditación de las causas que condujeron a tal debacle.

De antiguo, se estimó que en una España subdesarrollada, el Sur se manifestó como zona colonizada, en particular, del Principado, territorio preferente de asentamiento y atracción, desde finales del XIX, de la población excedentaria meridional, impelida a seguir el camino de la inmigración por el atraso social y económico de su solar natal. Un Estado rectorado mayoritaria y dilatadamente por sus connaturales favoreció sin reservas dicho éxodo, con inversiones y múltiples privilegios en pro de la colectividad guía de la nación en sus objetivos de modernidad y progreso.

Tal es, en esencia rayano con la caricatura, el esquema de la denominada por los teóricos del andalucismo actual "deuda histórica" contraída por los gobiernos españoles con relación al Sur. Elevada a la condición estructural, como seña de identidad o "hecho diferencial" de igual naturaleza que los fueros en Euzkadi o el bilingüismo en el Principado, la tesis no tardó en asumirse por los dirigentes socialistas de la comunidad sureña, en particular, cuando en la Moncloa se residenciaba un partido conservador. Y así, el mismo presidente de la Junta de Andalucía M. Cháves, en el verano de 1997, reivindicaba la "deuda histórica", advirtiendo, en términos enérgicos, de su vigencia frente a cualquier presunta amenaza de recentralización del lado del primer gabinete aznarista, amistado de forma particular con el incombustible pujolismo en alianzas no del todo ahora sanctas para el PSOE...

El coyunturalismo e infirmidad del mencionado planteamiento saltan a la vista en su más volandero acotamiento o glosa. Incluso en comparación con los artificiosos y también muchas veces oportunistas si no especiosos argumentos de los nacionalismos periféricos clásicos, los referidos a la teoría de la "deuda histórica" se ofrecen singularmente inconsistentes.

Entre los profesionales de Clío, ninguna pluma independiente y sólida los mantuvo más allá de su corto radio de exactitud. Mas los cuadros del PA sí lo harían en cifra muy apreciable, como igualmente, según quedó dicho más arriba, los del PSOE, aunque con contrapuestos objetivos. En manos del, electoralmente, eterno perdedor acabarían por convertirse en propaganda inane e insustancial, conforme las urnas demostrarían con tozuda insistencia.

El deseado renacimiento del andalucismo político habrá así de venir por otros caminos que los del agravio vacuo o el lamento plañidero. En tal ruta, el catalanismo moderado podrá servirle en vez de blanco predilecto, en espejo ejemplarizador e instructivo. En los grandes contenciosos respecto al modelo y diseño estatales, no ha lugar para los voluntarismos y trapisondas pseudohistóricas y deturpadoras de la verdadera realidad.

Si tan elemental lección se olvida, los frutos entrojados por las colectividades que se prestan a ello, a la vista están.

*Catedrático