Ya vamos conociendo a los nuevos políticos locales. El protagonista de estas líneas será el Kichi, alcalde de Cádiz, también conocido por el apelativo de José María González, un tipo de unos 40 años que si no mienten los whatsapp, tardó 9 años en hacer la carrera de Geografía e Historia: Que cada cual concluya lo que le parezca.

Dios me libre de pensar de él que es tonto.

Cuando tenía 28 años entró a trabajar mediante recomendación como profesor de secundaria. Antes, parece ser que descargó cajas de pescado en los Astilleros, aunque según dice La Razón citando a un veterano de la lonja gaditana, "a lo mejor vino un día, o ninguno".

Luego hizo una oposición y pasó a ser fijo..., pero al parecer (según unas fuentes), se dio de baja al poco tiempo, y en esa situación estuvo dos años, exactamente el tiempo máximo que en ese momento, parece ser, duraba la incapacidad temporal... Y el consiguiente subsidio.

No conozco bien la legislación social, pero parece ser que pasar a la incapacidad permanente puede suponer una pérdida económica en relación a la vuelta al servicio activo. Sea como fuere, parece que el Kichi volvió al servicio activo al cumplirse los dos años de baja. E inmediatamente de volver al trabajo --en esto ya sí concuerdan todas las biografías del personaje-- pasó a ser liberado sindical por el sindicato Ustea. ¡Cohones, cuántas coincidencias!

En este país ya nos conocemos y ya sabemos lo que trabajan los liberados sindicales.

Lo que sí se le conoce es su incansable participación en los carnavales de Cádiz.

Y así hasta que un buen día, 24 de mayo y tras pactos posteriores, llegó a la Alcaldía de Cádiz, en donde no se si hará algo más que tocarse los cojones o contemplar esas nubes que tanto le gusta contemplar a Zapatero, con la diferencia de que en Cádiz no hay muchas nubes que ver porque hace mejor tiempo que en León.

El otro día leí en un periódico lo que cobran los nuevos alcaldes de varias ciudades. Si ese periódico no miente, el Kichi cobra 60.000 euros al año. No está mal.

Al parecer, algo decisivo en su campaña fue su actuación intentando convencer a la Policía Nacional de que no ejecutara un desahucio de alguien que no pagaba una renta de un piso, pero se negaba a abandonarlo. Parece ser que el Kichi no convenció a los policías, que ejecutaban una orden judicial que defendía algo tan rancio y anticuado como la propiedad privada del "casero".

Volvamos a los 60.000 euros, que paulatinamente, sufren cada fin de mes una mutación, pues pasan desde los fondos municipales del Ayuntamiento de Cádiz al bolsillo del Kichi, esto es, a su propiedad privada. Me imagino que con tanto dinerillo, el Kichi está ahora en condiciones óptimas de cumplir su sueño dorado de evitar desahucios ofreciéndose a pagar de su bolsillo la renta a todas esas personas que no pueden hacerlo. Al fin y al cabo, la caridad no se puede forzar, esto es, no se puede forzar a ese "malvado" arrendador a que condone la deuda o regale el piso al arrendatario que no paga, pero uno mismo, sobre todo si gana 60.000 euros al año, sí puede permitirse el lujo de pagarle la renta a más de un desfavorecido.

No se si el puesto de alcalde de Cádiz da para algo más que para tocarse los cojones, pero en caso afirmativo, el Kichi podría dedicarse a pensar que ese malvado arrendador quizá sea una pobre mujer a quien el piso que tiene arrendado le ayuda sencillamente a no estar mendigando por la calle, y cuya renta le es vital para poder comer.

Así está la situación, lo cual puede ser difícil de entender para quienes nunca en su vida han dado un palo al agua ni existe en su curriculum trabajo conocido que se le pueda atribuir.

* Arquitecto