España no es el lugar que un niño elegiría para nacer. Con esta contundente frase, Andrés Conde, director general de Save the Children en España, resume su descarnado retrato sobre la situación de la infancia en nuestro país. Sus datos, que casan con la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE, son vergonzosamente reveladores: el 30% de los niños está en el umbral de la pobreza; la tasa de fracaso escolar es la más alta de la UE; el desempleo juvenil afecta al 50% de los jóvenes y más de 3.700 menores han sido víctimas de abusos sexuales. Un panorama desolador que exige políticas específicas de lucha contra la pobreza infantil acompañadas de partidas económicas suficientes para llevarlas a cabo. La inversión en la infancia más desvalida, a través de las familias más desfavorecidas, es la que establece la calidad de desarrollo de una sociedad y la de su futuro. La agenda política tras el 26-J debería incorporar un pacto de Estado para la infancia que impida que los niños de hoy sean los pobres del mañana. H