Cuestión de decencia, dijo el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) tras firmar con su colega de Cepyme y los dos grandes sindicatos, CCOO y UGT, el IV Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2018-2020. Este pacto, al que asistieron la actual ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, y su predecesora, Fátima Báñez, pretende trasladar a los convenios subidas salariales del 2%, con un 1% opcional si las cosas van bien, y promete el regreso progresivo de los mileuristas, gentes explotadas hace una década y trabajadores privilegiados en la actualidad. Otros aspectos interesantes tiene el acuerdo, como los referidos a la subcontratación, la jubilación obligatoria al llegar a la edad reglamentaria (esto será para ejecutivos bien pagados) y medidas de fomento de la igualdad. Hay más cosas, pero la clave está en haber creado un clima de paz social que no haga tan urgente la derogación de la reforma laboral. Cuando llegó el nuevo Gobierno, las empresas se pusieron bastante nerviosas, especialmente las que todavía no han terminado con sus ajustes de plantilla, y ahora, después de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez admitiera la gran dificultad que tiene para cambiar las leyes laborales (es mucho más urgente e importante la renovación del consejo de RTVE, o sacar a Franco del Valle de los Caídos, dónde va a parar), el acuerdo patronal-sindicatos es una buena pantalla de protección para la inacción en esa materia. Además, los firmantes del pacto están dispuestos a ir negociando, así, a su amor, esas necesarias reformas del mercado de trabajo, que, según el FMI, sigue siendo muy rígido en España, por mucho que miles de jóvenes tengan que firmar diez contratos al mes si quieren trabajar.

Pero no nos desviemos. Íbamos a Juan Rosell, para el que la subida salarial es «una cuestión de decencia, pero también de inteligencia», pues a más sueldo mejores consumidores, imaginamos que querría decir. Pero admitió la falta de decencia en el mercado laboral español, lo cual, siendo cierto, es epatante que lo reconozca el líder de la patronal. Solo le faltó añadir algo así como «vamos, colegas empresarios, que la avaricia rompe el saco»... De momento, cualquiera puede constatar esa avaricia en los contratos y en los despidos de la temporada de verano.